Era miércoles y en la cafetería había promoción 2x1 en cupcakes por lo que el local estaba repleto a penas a las diez de la mañana. Jason tomaba y cobraba las órdenes mientras yo decoraba los cupcakes de banana con chocolate que Doña Clara había horneado en la madrugada.
Era una tarea divertida de hacer: dibujar gatitos y flores con la manga pastelera era relajante, lo malo era que yo estaba empachada de azúcar y sentía asco hacia todo dulce. Ayer Kitana y yo nos enfrentamos con dos enormes waffles bañados en chocolate con pedacitos de brownie y, como si no fuera suficiente, tomamos un milkshake de frutilla con crema.
Esa comida fue un llamado a la diabetes.
Salí de la cocina con la bandeja de cupcakes y los coloqué en el mostrador correspondiente.
- Luisa ayúdame con las entregas por favor.
- Okey.
Revisé las órdenes y comencé con el trabajo. Lo malo de las promociones en dulces era que traía a plagas, y no me refiero a insectos, me refiero a ¡Los niños! La cafetería parecía una guardería y eso es la peor pesadilla para alguien a quien no le gustan esos fetos andantes.
No me gustan los niños, los bebés... Hum, son soportables y adorables, pero los niños no.
Me acerco a una mesa donde están dos señoras rodeadas de saltarines bichos de cabello rizado. Controlo mi cara y saco una sonrisa.
- Buenos días. – Saludo.
- ¡Ya llegó la comida! Ven Laura, Nicolás a comer.
- ¡Paaasteel!
- Yo quiero el gatito...
- ¡No! Es mío ¡Mamá!
- Compartirán el cup...
- ¡Nooo!
Los niños comienzan a gritar y enseguida se ponen rojos y lloran estridentemente. ¿Ven? Eso es lo que no me gusta de ellos. Dejo los cafés y los pastelitos rápidamente sobre la mesita, queriendo salir ya de ahí; pero unas pequeñas manos se aferran a la camiseta de mi uniforme y halan.
¡Apártate bicho!
Logro zafarme y continúo entregando las órdenes rodeada de pequeños cuerpos que corren y gritan. Y eso, sumado al dolor de cabeza por todo el azúcar de ayer, solo logra ponerme de mal humor.
Cuando finalmente son las tres de la tarde, cuelgo mi uniforme y me voy a la U, debo reunirme a hacer un trabajo y eso me llevará todo el resto del día. Salgo del café y tomo el primer bus que veo.
***
Durante las dos horas de viaje hacia la base, he decidido cómo será mi actitud el día de hoy. Max, digo el Teniente Max; se ha comportado conmigo como debería, he sido yo quien ha malinterpretado su amabilidad. Debo recordar que él no es mi amigo, es mi tutor en esta actividad extracurricular y debo guardar las distancias con él.
Así que hoy seré obediente y respetuosa, no quiero ser reprendida de nuevo y mucho menos por él.
No sé qué nos espera hoy pero de lo que sí estoy segura es que haremos ejercicio, ya nos libramos del sudor la visita pasada así que hoy pagaremos el doble.
- Jóvenes nos queda cinco visitas más y terminaremos con esto. – Grita Barner mientras se tambalea de pie dentro del bus en movimiento – Recuerden hacer su informe al final de la actividad.
- ¿Informe? – pregunta Kitana.
- Sí, debemos hacer un resumen de todo lo que hicimos aquí.
ESTÁS LEYENDO
Entre besos & disparos
RomanceEn algún oculto rincón de Rusia estaba ella, rodeada de otras siete almas que al igual que la protagonista esperaban anhelantes que los encontraran, aunque aquello parecía improbable. Tanto de día como de noche, había oscuridad y el frío los tortura...