Capítulo 45.

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Sofia.

Despertar y no sentir a Cárter a mi lado no es una buena forma de comenzar mi mañana, me pongo de pie y tomo la bata lila que está en el sillón para cubrir mi cuerpo desnudo y me dirijo al baño.

Salgo por un vaso de agua a la cocina y lo veo de espaldas solo con el pantalón de pijama cocinando algo que no se que es, pero que huele delicioso. Si algo me enamoro de Cárter fue su sazón en la cocina y es que hay que reconocer que cocina mejor que yo ya que a mi no me gusta mucho, pero tuve que aprender cuando me toco vivir sola y ese amor que me falta para cocinar se reflejan en los sabores de lo que preparo.

Él esta tan concentrado en lo que hace que no se da cuenta de mi presencia y aprovecho eso para acercarme por detrás y abrazarlo por la cintura dejando mis manos en su abdomen bajo y recostando mi cabeza en su espalda. -No estabas cuando desperté- le doy un beso en la misma y él se gira en mis brazos para darme un beso en los labios.

-Quería sorprenderte con el desayuno en la cama- vuelve a voltearse aun abrazado a mi para seguir cocinando.

-Me sorprendes mas contigo en ella- susurre en su piel mientras mis manos bajaban hasta perderse dentro del pantalón de pijama y descubrir que no había nada que me impidiera tocar.

Empecé a mover mis manos suavemente mientras repartía besos pequeños por toda su espalda morada por los golpes y escuchaba sus pequeños gemidos por el placer que le provocaba el movimiento de mis manos que iba subiendo de ritmo.

-Detente o se quemara la comida- susurro en un jadeo preso del placer.

-Quiero correr ese riesgo- me puse de puntillas para lograr alcanzar su oído y morderle el lóbulo suavemente. Saque una mano de su pantalón y apague la llama de la estufa para para que concentrara su atención en mi y él dio media vuelta para quedar frente a mi y besarme con desesperación mientras me cargaba y yo envolvía mis piernas alrededor de su cintura con la intensión de sentir su miembro duro a causa de mis caricias.

Me sentó en la encimera donde había sandia picada para desayunar y tomé un trozo y se lo metí en la boca para después besarlo aferrándome a su suave cabello, él abrió la delgada bata que cubría mi desnudez y con su mano acaricio ese punto de mi cuerpo que me hacia arder en placer cada que lo hacia. Me penetro con dos dedos mientras yo seguía prendida de su boca y mis gemidos morían en ella, con mi mano libre tomé su miembro erecto y empecé a dar movimientos que lo estimularan a tal punto de lograr que gotas de su liquido blanco resbalaran por él para acelerar la estimulación.

Estaba a punto de llegar a mi bello orgasmo matutino provocado por sus manos cuando se separo de mi boca y mirándome a los ojos me penetro de golpe metiendo su gran glande en mi entrada, robándome un grito de auténtico placer.

El sexo con Cárter nunca era aburrido ni decepcionante y me encantaba las dos formas de hacerme suya: la tierna que se basaba en besos y caricias suaves con embestidas delicadas y certeras que a cierto ritmo se acompasaban perfectamente con el amor que transmitía por mi y me hacia ver las estrellas y sentirme como un objeto tan preciado y frágil para él; y la forma brutal en donde se prendía de mis pechos, cuello y labios como sino tenerlos lo matara, ese sexo salvaje que estábamos teniendo en estos momentos donde arremetía con fuerza al punto de llegar a lugares que ni siquiera yo conocía y me mostraba el lado salvaje de este hombre que a simple vista creías que no rompería ni un plato.

Sus gemidos en mi oído y sus embestidas estaban a punto de acabar conmigo y llegar al abismo sin fondo al que me lleva Cárter cada que me hace suya, porque lo nuestro ya no solo es sexo, dejo de serlo desde la segunda vez que estuvimos juntos y no me había dado cuenta o más bien no quería aceptarlo.

Quiero amarte [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora