Epilogo

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Narrador omnisciente.

Una señora elegante se encontraba caminando por la calle de una reconocida cárcel de la ciudad de México con el mentón en alto, espalda recta y el resonar de sus finos tacones golpeando el asfalto.

-Buenos días- lo saludo el oficial y ella respondió con un asentimiento mirándolo sobre sus gafas. Le tendió su identificación y este la evaluó de arriba abajo. -¿Señora Elena Me...?

-¿Me va a dejar pasar o no?- cuestiono exasperada mientras la impresión del guardia se esparcía para dar paso a una mirada fría haciéndose a un lado dejando pasar.

-Señora, un gusto verla- la saludo el abogado quien la esperaba en la puerta de la asquerosa cárcel para ver al hombre que yacía preso de la desesperación y angustia en su celda.

-¿Tiene lo que se requiere para verlo?- le pregunto viéndolo por encima de su hombro acomodándose el bolso.

-Todo lo que me pidió está aquí- le tendió un sobre con papeles y ella siguió caminando hasta encontrarse con otro guardia. -Debo reconocer que me impresiono su llamada, ustedes me dijeron que no querían involucrarse en este asunto y por eso di el caso cerrado junto a la señorita Men...

-Ahórrese las explicaciones, nadie sabe de esta visita, ni de mis intereses con el individuo. Espero que sea prudente y no le cuente a nadie que pise este lugar- especto con asco cuando el guardia le ordeno dejar sus cosas en una bandeja para ser requisada.

-Tiene mi absoluto silencio, solo que no entiendo cuál es el afán de- se detuvo cuando la altiva señora se quitó las gafas y lo fulmino con la mirada.

-Ya le dije que no es asunto suyo, no se meta si quiere seguir trabajando con mi esposo. ¿Entendido? - asintió poco convencido y entregando los papeles pertinentes para que la señora pudiera pasar a la sala de espera donde los familiares se reunían con los seres queridos que habían sido privados de su libertad.

En la celda número ocho se encontraba un joven de mediana edad lamentándose por los errores que había cometido de adolescente al lastimar a la única persona que lo había hecho sentir querido y que le había regalado una esperanza para salir de ese lugar; sin embargo, se la había arrebatado con un golpe de realidad por su visita hace aproximadamente un año cuando le negó la libertad y le dio la terrible noticia que se negaba a aceptar, porque el bebé que había engendrado con el que era el amor de su vida, era su motor y hasta no ver los hechos no creerlos aferrándose a su recuerdo.

-¡Niño! Tienes visitas- lo llamo el guardia y por un segundo le pareció gracioso el apodo con el que se había quedado.

-¿Mi abogado?- cuestión con la ilusión de que su situación se resolviera proto para poder estar con las personas que amaba.

-No soy tu criado para preguntar quien viene a ver tu fea cara, sino lo quieres recibir por mí no hay problema- dijo tajante alejándose de la puerta.

-¡No! ya salgo-respondió con la ilusión reflejándose en sus ojos.

Camino con las manos esposadas hasta la pequeña y denigrante sala de visitas donde escaneo el lugar esperando ver el rostro conocido de su abogado o en su defecto a una hermosa mujer con un niño pequeño; pero, sus sueños se vinieron abajo al contemplar en la estancia a una mujer de aspecto petulante con gafas oscuras y cara de asco.

-Tienen quince minutos- anuncio el guardia poniéndolo frente a la banca donde se encontraba la mujer.

-¿Quién es usted?- declaro saber al momento en que se sentaba frente a ella con una mesa de concreto separándolos.

-Eso no tiene por qué importarte. Digamos que nos conocemos a excepción de que no sabes quién soy y eso te pone en desventaja- la extraña mujer extrajo de su bolso caro un folder con algunos papeles los cuales extendió frente a él.

-¿Qué es eso?- inquirió extrañado contemplando su nombre en una de las hojas.

-Tu expediente. Yo conozco a la mujer que violaste y exhibiste hace años y por la cual estas aquí encerrado como un perro- la cara del joven palideció recordando de donde le parecía conocida la mujer.

-Usted es su madre- aseguro en un susurro sumando los hechos.

-Digamos que yo la traje al mundo, pero no me considero su madre- hablo con altivez quitándose las gafas. Voy a ir al grano señor Peña. Conozco su caso, lo que le hizo, que pidió clemencia, que ella no se la concedió y que le falta un año para salir de aquí. ¿O me equivoco?- negó lentamente sin saber el porqué de su visita después de tantos años.

-¿Qué es lo que quiere?- pregunto directamente para evitar más rodeos.

-No es lo que yo quiero, sino lo que quiere usted y que me beneficia a mi- saco un sobre del cual extrajo unas fotos de la señorita mencionada anteriormente donde se encontraba en la universidad, con sus amigos, con un tipo que parece ser su novio y en el apartamento. Todas recolectadas por un detective privado que le había perdido el paso en Los ángeles, pero que sus hermanas la habían ayudado recaudando esa información.

-No entiendo a qué se refiere, sea más explícita- ella le tendió las fotos sobre la mesa para que las pudiera apreciar mejor.

-Se fue a estudiar a Canadá y ahora es feliz cos sus amigos, en otro país, tiene novio, sale de fiesta y todo esto lo hace junto con tu hijo- las últimas palabras las dijo despacio y con cautela para notar la reacción del hombre que la miro de inmediato con la mención de su hijo.

-¿Está vivo- su cara se ilumino y el gozo y desespero se asentaron en su rostro por las esperanzas dadas.

-Pero claro que lo está- le mostro la foto de un niño que tenía la edad que debería tener su bastardo el cual no existía. -Se parece a ti, es muy educado, fuerte y sano. Lástima que lo esté criando a lado de otro hombre mientras su padre se pudre en la cárcel por un delito que no cometió- el tono en el que dijo las cosas encendió la furia del hombre que crecía encarecidamente tras la revelación de la mentira.

-Yo sabía que estaba vivo- aseguro tratando de tomar la foto entre sus manos.

-Lo está, pero la ingrata no quiso que te acercaras a él, que lo criaras y convivieras como lo que eres, su padre- las lágrimas comenzaron a brotar preso de la ira y rabia que le carcomía el alma al saber que ella no quería a su hijo cerca de él.

-Me mintió, cuando estuvo aquí me dijo que él... que había muerto.

-Pues no es verdad, él está bien, siendo criado por un inglés y tu mujer- la cara del hombre se enrojeció a la mención de que otro compartiera con su hijo lo que él no podía por la necedad de la madre de su hijo. -Pero no te preocupes, yo te voy a ayudar a salir de aquí para que recuperes a tu mujer e hijo- le sonrió fingidamente.

-¿Cómo puedo confiar en usted?- ella le tendió un papel con la dirección actual de su hija mayor, una foto de ella y de su novio.

-Se que harás lo correcto que la recuperaras a ella y a tu hijo, lo hago por tu felicidad y por eso te concederé la libertad para que vayas a buscarlos- volvió a sonreír falsamente mirando al pobre dedicado a contemplar la foto del bastardo muerto.

Firmo los papeles correspondientes en compañía de su abogado y se dirigió a su gran casa donde su esposo se encontraba en la cama con una rara enfermedad parecida al cáncer para asegurarse que todas las piezas se alinearan a su favor en el tablero para ganar lo que tanto trabajo le había tomado conseguir.

***

Si llegaste hasta aquí quiero darte las gracias por haberme dado una oportunidad y leer esta pequeña historia que nació de una loca idea. Espero que te hayas divertido y que hayas disfrutado esta historia tanto como yo lo hice al escribirla.

Pido perdón por las faltas de ortografía, redacción y diversas cosas; mas adelante la editare para arreglar esos pequeños errores.

Este es el primer libro y se espera tener una continuación, me encantaría que me siguieras acompañando en el siguiente para saber que paso con Carter y Sofí.

Te quiero mucho por darme una oportunidad, nos vemos pronto en QUIERO CUIDARTE <3

Quiero amarte [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora