CAPÍTULO 22

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-Emily Collins POV-

Tomé una bocanada de aire acomodándome en el asiento mientras Tatiana esperaba no sé qué, fuera del auto. Mi mente encargándose de enviar alertas de peligro, pues estar a solas con ella, a altas horas de la madrugada y con algunas copas de champagne encima, digamos que no era una muy buena combinación. Detestaba el poder que tenía para convencerme, tal parece que cuando se trataba de ella, mi subconsciente actuaba con mayor rapidez.

Envié un corto mensaje a Sofi, sólo para notificarle que regresaría antes que despertara. Me sentía culpable por haber estado ausente la mayoría del tiempo en esta última semana y miren qué bonito, ya cuando finalmente podía irme a casa y dormir con mi monstruito, estaba en el jodido auto con la jodida fotógrafa que durante toda la semana se encargó de "corregir" amablemente mis posturas, aprovechando la cercanía para su maldito juego de seducción.

-Listo. - Tomó asiento en su sitio, posando en mis piernas una especie de contenedor térmico. - Me obsequiaron un champagne, está dentro con hielo para conservar el frío. - Me explicó quizás por mi gesto confundido.

-¿A dónde vamos? - Pregunté poniendo mis brazos sobre el contenedor.

-Ya está resuelto, pero es una sorpresa. - Se encogió de hombros antes de aproximarse repentina y peligrosamente a mí, por lo cual me alejé. - No muerdo, Em. Sólo voy a ponerte tu cinturón de seguridad. - Explicó ladeando una sonrisa.

-Creo que perdí la cuenta de las veces que te he dicho esta semana que puedo hacerlo sola. - Puse los ojos en blanco, pero fue contradictorio porque no realicé ninguna acción para detenerla.

-Sí, yo también. - Susurró, invadiendo mi espacio personal. 

Podía sentir su respiración impactando en mi rostro, al igual que sus ojos quemando mi piel.

-¿Se te perdió el cinturón? - Pregunté removiéndome un poco y sin querer rocé mis labios en su mandíbula. ¡Maldita sensación electrizante!

-Creo que está atorado. - Me dijo y a juzgar por su voz, estaba sonriendo, lo cual me estresó.

-¿Podrías dejar tu estúpido juego? - Espeté. - ¿Qué demonios quieres? ¿Tentarme? Deja de ser tan idiota al buscar excusas, joder. - Con un rápido y certero movimiento tomé el cinturón, ajustándolo antes de finalmente encararla. - Toda la semana fue lo mismo. ¡Me tienes harta! Si lo que quieres es besarme, entonces aprovecha que estamos solas y hazlo de una puta vez. 

Su mirada saltó de la sorpresa a la satisfacción en un instante, fijándose en mi boca. Pude escuchar su fuerte respiración. - Maldición... - Fue lo que dijo antes de enredar su mano en mi cabello y atrapar mis labios entre los suyos.

No sabía cuánto necesitaba sus besos hasta ese momento. Me besó fuerte, con cierta rudeza y necesidad, era como estar discutiendo con ella, solo que en silencio y de una manera placentera. Mordí su labio debido a la frustración por lo que me hacía sentir, odiaba la facilidad que tenía para debilitarme. Ella pareció notarlo, pues sentí su sonrisa antes de volver a besarme, ésta vez, de forma delicada.

Sus labios empezaron a moverse lenta e intensamente sobre los míos mientras su lengua invadía mi boca de una manera tortuosa y delirante. A pesar del incómodo espacio en el que nos encontrábamos, introduje mis manos bajo su abrigo, palpando su espalda desnuda debido al escote de su vestido. No tenía una forma coherente de explicarlo, pero besarla era como estar cerca de una sobreproducción de adrenalina que fácilmente podría provocarme un infarto.

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