CAPÍTULO 32

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He hecho muchas cosas difíciles en mi vida pero sin lugar a dudas, salir de la cama esta mañana cuando lo único que quería era continuar haciéndole el amor a Em, entra en el top. 

En mi camino al estudio tuve que ignorar las voces que me incitaban a inventar cualquier excusa para volver a casa de Emily. De hecho, estuve a nada de hacerlo hasta que recordé mi asunto pendiente con Erik y el montón de documentos que seguramente Ashley tenía para mí.

Como de costumbre, entré en mi oficina con Ash siguiendo mis pasos mientras me recordaba todos los pendientes que tenía en su agenda. Tomé asiento dándole un sorbo a mi café como si ese maravilloso líquido fuese a darme toda la energía que necesitaba para hacer mi trabajo. 

Se me escapó una mueca cansada cuando divisé en la esquina del escritorio la pila de carpetas que debía revisar. 

-¿Cuál es el contrato de mayor importancia en estos momentos, Ash?

-El Forth Symphony de National Geographic, señorita. 

-¿Fecha? - Cuestioné organizando mis ideas durante un momento.

-Fin de mes. ¿Desea que les informe a Aarón y Erik? - Levanté una ceja interrogante ante su pregunta. - Creo recordarla diciéndome que ellos serían sus acompañantes, señorita.

-Cambié de opinión. ¿Ya están aquí? 

-Sí.

-Diles que vengan a mi oficina, por favor. 

-Enseguida.

Durante los minutos siguientes me encargué de hojear las carpetas mientras esperaba que mi correo electrónico se actualizara. Una vez terminado el proceso, fijé mi atención en la pantalla de mi máquina, abriendo los mensajes que captaban mi atención. Empecé a responder algunos hasta el momento que tocaron mi puerta. 

Concedí el paso invitándolos a sentarse y me mantuve inexpresiva, volviendo a la tarea de revisar tranquilamente mis correos. 

No lograba entender cómo las personas podían resultar tan estúpidas. Siempre he tratado de darles a todos mis fotógrafos el reconocimiento que merecen, los he enseñado, apoyado, motivado e incluso dado mayor remuneración por sus servicios, pero lamentablemente existen imbéciles que muerden la mano de los que le dan de comer.

-¿Cuántos años llevan dedicándose a la fotografía? - Cuestioné sin despegar mi vista de la computadora. 

-Nueve. - Respondió Aarón. 

-Doce. - Le siguió Erik. 

-¿Y cuántos años llevan viviendo de ella? - Jugué con las teclas cuando no obtuve respuesta inmediata. 

-Bueno... Sabes de sobra que empecé a ganar dinero cuando me contrataste, Savi

Miré a Aarón con una tenue sonrisa, conocía su historia, ha estado conmigo casi desde el inicio. Mi intención era llegar a Erik.

-¿Y tú, Erik?

-Igual, señorita. 

-Entonces eso te reduce el oficio a... Un año, ¿tal vez?

-Así es.

Me levanté caminando con parsimonia hasta mi mural de premios fotográficos, tomándome mi tiempo en detallarlos. Me sorprendió que estuvieran tan impecables así que hice una nota mental de aumentarle el sueldo al señor de limpieza. Pensándolo bien, hacía un excelente trabajo.

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