CAPÍTULO 11

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Narrador Omnisciente

Aquella tarde lluviosa provocó un ligero cambio de planes. Debido al mal tiempo y a varios grados bajo cero, prefirieron almorzar en casa de la fotógrafa, y no, no utilizaron su cocina, optaron por ordenar comida japonesa.

-¿Ves? Te dije que te encantaría. - La fotógrafa sonrió, entrelazando las manos bajo su barbilla mientras veía a la modelo comer frente a ella.

-No está mal. - Respondió haciendo una mueca simpática. - La verdad es que no me llamaba la atención el sushi... Hasta hoy.

-Solo debes saber elegirlos. No logro comprender cómo es que no lo habías probado. - Negó, mostrando incredulidad.

-¿Qué puedo decirte? Soy más de pizzas, pastas y comidas que engordan. - Dijo con gracia.

-¿Qué pacto hiciste para preferir comer así y tener ese cuerpo? - La señaló de arriba a abajo. - Yo hasta por respirar engordo. - Bufó

-Pues entonces haces un excelente trabajo cuidándote, porque tu cuerpo es totalmente envidiable. - Respondió la modelo despreocupada, sin notar como la fotógrafa levantó una de sus cejas.

-¿Envidias mi cuerpo? - Preguntó, haciendo que la modelo se ahogara y empezara a toser. - ¿Estás bien? - Cuestionó con genuina preocupación luego de algunos segundos

-S-sí. - Aclaró su garganta. - Y no, no te envidio. Quiero decir, hay que saber apreciar ciertos atributos y tú eres muy... Tú... Mejor olvídalo. - Se rindió al notar que mientras más intentaba aclarar, más oscurecía.

La fotógrafa liberó una pequeña risa. - Pues gracias, supongo. Al menos es lo más amable que me has intentado decir.

La modelo la miró mal, mientras intentaba ocultar una sonrisa. - Sí, tómalo como un acuerdo de paz. - Sentenció, haciendo que la fotógrafa riera nuevamente y por consiguiente, ella no pudo evitar hacerlo también.

-Me agrada. - Expresó de manera espontánea.

La modelo miró directo a aquellos ojos verdes y sí, sus intensas miradas se encontraron. Quizás ninguna de las dos era consciente de lo que estaba sucediendo, pero entre ellas estaba creciendo un cariño innegable.

-No había tenido la oportunidad de decírtelo personalmente pero... Gracias. Gracias por lo de la otra noche, por cuidarme, por la sopa. - Sonrió. - Gracias por ayudarme y por tenerme paciencia cuando estaba siendo una total idiota al mostrarme tan rota frente a ti. - Al escucharla, la fotógrafa negó, tomando su mano sobre la mesa.

- Escucha, no fuiste idiota. Mostrarte rota no te hace débil sino humana y eso está bien, de hecho, eres la persona más fuerte que conozco y espero me creas, porque acompañarte aquella noche fue lo mejor que pude hacer. - Respondió mirando directo a sus ojos que denotaban un brillo especial, a la misma vez que una tierna sonrisa adornó los labios de la modelo.

Tatiana no fue capaz de sostener su mirada y retomó su posición, rompiendo con prontitud el contacto visual. - ¿Cómo te preparas para el desfile? - Cambió el tema llevando a su boca la última pieza de sushi.

Dentro de diez días sería la primera aparición pública de las modelos luciendo la primera colección. Ese era el tema de interés en el área de la moda y debido a la gran publicidad realizada, podían asegurar que todo Nueva York se encontraba expectante y a decir verdad, la noticia había llegado mucho más lejos, captando la atención de otros diseñadores, artistas, empresas y agentes de moda. Aquel evento sin duda era uno de los más esperados.

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