CAÍTULO 2

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SASHA

Mamá me enseñó a defenderme, desde niña estuve siendo entrenada por SEILD, aparte de que tuve un rígido estudio, modales y demás actividades que apenas me dejan respirar, así como a Jared.

Estuve en el área de entrenamiento y campo de tiro en su trabajo, a los quince ya no quise ir más, no me sentía apta para ese tipo de cosas y decidí no practicarlo desde entonces, además nunca pensé en que en algún momento algo malo me pasaría o que tendría que usar un arma para defenderme.

¿Quién a mí me quiere hacer daño si ni siquiera le he hecho algo a alguien?

Mamá hace parte del SEILD, y a este tipo no le va a ir nada bien si algo me pasa.

Sí, bien orgullosa de mamá.

Quisiera que ella me escuchara en este momento porque quiero decirle que la quiero mucho al igual que a papá. Y Jared, hermano para la próxima te obedezco.

Y lo dices ahora que estas por morir.

Mas vale tarde que nunca.

- Voltea – hago caso lo que este demente me pide y al verlo es el tipo ese que pidió el Martini, sabía que su aura no mentía, ahora me está apuntando.

Genial, voy a morir tan joven.

- Si vas a tirar del gatillo hazlo ya, que me causa ansiedad sentir que voy a morir y no disparas, haces que me desespere – veo que hace una mueca de dolor y aún con el cañón en mi cabeza miro que tiene una mancha de sangre en el lado izquierdo de su abdomen – rayos, eso se ve muy mal y antes de que dispares deberías dejar que te ayude – cae al suelo por el dolor y pateo su arma lejos de él – oye, necesito que te quites la camisa para revisar... – me toma muy fuerte por la nuca y suelto un quejido.

- No pedí tu ayuda, mocosa, y pásame mi arma si no quieres que el filo de mi navaja corte ese hermoso cuello – genial, y ahora me quiere cortar mi hermoso cuello.

- Encima que te quiero ayudar, mal agradecido – me estiro para tomar su arma y dársela, pues el filo del arma me está haciendo ver mi alma pasar.

- No sabes en que te estás metiendo, mocosa, vas a morir de todas formas – un disparo me sobresalta y me veo a mí misma para verificar que no soy yo.

- Mejor no te muevas si no quieres que te vuele los sesos – levanto la mirada ante esa oscura voz y un tipo le está apuntando al hombre herido y a mí – aunque preferirías morir ahora a que sientas lo que te va hacer el Verdugo – le dispara en la pierna ocasionando que grite de dolor – llévenselo – más hombres vienen hacia él, lo golpean al punto de hacerlo jadear de dolor y se lo llevan luego de dejarlo posiblemente con las costillas rotas.

Hola Dios, soy yo, sé que desobedecí, pero no lo vuelvo a hacer.

» ¿Dónde está tu jefe? – pues si te refieras a mi papá, está trabajando.

Dispara cerca de mi brazo haciendo que me sobresalte y me asuste más de lo que ya estaba, creo que rezar no ayuda.

- No sé de qué me hablas, yo solo trabajo aquí – bueno, trabajaba.

- La próxima bala va a ir directo a tu cabeza.

- Te estoy diciendo la verdad ¡rayos! Solo intentaba ayudar a ese tipo porque estaba herido.

- Agentes del SEILD vienen en camino – le informan al que está en frente mío – si no quiere soltar información el Verdugo hará que hable, llévenla – me toman bruscamente de los hombros empezando a llevarme mientras yo forcejeo.

- ¡Suéltame! ¡Oye me estás haciendo doler! ¡suéltame! ¡no sé de qué hablan! ¡por favor! – me hacen caminar junto a ellos a rastras, nada bonito de su parte su comportamiento frente a una dama.

El Verdugo (1) © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora