SASHA
Bien Sasha, tranquilízate, esto no es nada nuevo de experimentar, todos aquí quieren matarte y yo les estoy ayudando a hacerlo cada vez que me meto en este tipo de situaciones.
- Habla – no sé por qué siento que sí me va a disparar.
- ¡Bien! Pero suéltame – presiona más fuerte su antebrazo sobre mi cuello.
- ¿Cómo entraste?
- Por la puerta – se enoja presionando el cañón más fuerte mi sien – ¡es verdad! La puerta estaba abierta
- Me refiero a cómo supiste dónde estaba la habitación – ah, eso...
- No lo sabía, los libros empezaron a caerse...
- ¿Domenico? – la voz de Ernesto interrumpe – hijo de puta llegaste esta mañana y no te he visto en todo el día – sí ¡hola! No es como si tuviera un arma en mi sien – ¿qué haces aquí niña estúpida?
- ¿La conoces? – pregunta el tal Domenico.
- Es la estúpida que traje sin saber que valdría mucho – me libera de su agarre y empiezo a tranquilizarme – ya sabes, la hija de esa agente.
- Oh, claro, la estúpida que dijiste pensaba escapar sabiendo que no puede.
- Sigo aquí – me quejo.
- Pues me temo que voy a matarla – el sonido de su arma me deja helada – creí que Fabio estaría aquí y en su lugar encontré a esta niña. Sabemos bien que solo tres personas saben de esto sin contar al jefe.
- Ella no va a abrir la boca, sabe qué le espera si lo hace, sin embargo, tenemos que comentárselo al Verdugo – habla Ernesto mientras recarga su mirada en mí – ¿no te cansas de meterte en problemas?
- Es un don – contesto con sarcasmo.
- ¿Nunca se calla verdad? – pregunta Domenico a Ernesto mientras guarda su arma.
- No, por eso prepárate para soportar al Verdugo, siempre le hace enojar y ya sabemos cómo jode estando enojado – me toma del brazo sacándome de la habitación de cámaras – todo en ella lo hace enojar.
Camino junto a Domenico y Ernesto hasta llegar dentro de la casa, les he dicho varias veces que no quiero ver al Verdugo, que no diré nada sobre las cámaras, pero no me hacen caso y me hacen avanzar a la mala hasta entrar a la oficina del italiano. Al verlo tiene el cabello algo alborotado, la camisa está arrugada y los dos primeros botones están abiertos, Irina debió pasarla bien...
- ¿Ahora qué hizo? – suelta apenas nota mi presencia.
- No hice nada – me defiendo.
- No te pregunté a ti.
- Pero es la verdad.
- Ahí vamos de nuevo – susurra Ernesto tocándose el puente de la nariz y Domenico mira la escena sin decir nada.
- Casi me vuelan la cabeza solo porque la biblioteca se movió sin que hiciera nada, bueno solo intenté tomar un libro, pero solo uno, lo juro, por cierto, ¿lees? Hay diversos libros que están super interesantes, quería tomar el que estaba bien arrriba y luego todos empezaron a caer porque no alcanzaba y pues fue un accident...
- ¡Cállate que quiero darte un tiro! – si me pagaran cada vez que me dice eso, sería millonaria – retírense.
- Ay no, Ernesto dile que fue un accidente y tú – me dirijo a Domenico – dile que casi me vuelas los sesos.
- Debió hacerlo – habla el italiano a la vez que escucho la puerta cerrándose dándome cuenta que me dejaron con el maniático. Me siento en el sofá haciendo movimientos lentos, porque a este todo le enoja.
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El Verdugo (1) © ✔
RomanceNo todos los dioses te llevan al paraíso, algunos te arrastran al infierno, y así como en el cielo está la luz más brillante, en el infierno habita la oscuridad más misteriosa. PROHIBIDO LA MANIPULACIÓN, ADAPTACIÓN O ALTERARON PARCIAL O TOTAL DE EST...