CAPÍTULO 20

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SASHA

Creí que nadie conocía la isla, ver a esos hombres me sorprendió y asustó mucho, ahora enserio puedo entender que tanto me quieren muerta, pensar que ellos no pudieron salir de la casa... cuando lo vi, esos ojos azules, corrí en su dirección a abrazarlo muy fuerte al verlo de pie, él estaba con vida.

Me muevo un poco sobre la cama, me levanto quitando las sábanas de mi cuerpo para darme cuenta que estoy en nada más que ropa interior, miro por la ventana, el cielo esta aún oscuro, camino hasta salir de la habitación sobando mis ojos por el sueño que aún tengo.

Avanzo por la casa como si la conociera de toda la vida, me siento unos segundos en el primer sofá que veo cerrando los ojos mientras recuerdo el incidente, ellos peleaban... las armas... cuerpos tirados... la jeringa... el dolor en mi cuello, luego... luego todo oscurece.

Me miro el brazo, una venda cubre lo que recuerdo era una herida, doy un largo suspiro antes de levantarme para volver por el mismo camino, mejor es quedarme en la habitación mientras amanece, ya me cansé de pensar en lo ocurrido en la isla.

Me tiro sobre la grande cama pensando en el maniático de ojos azules ¿dónde está? quiero que me abrace para quedarme dormida, quiero que me hable al oído mientras sonrío, quiero que me bese cuando se lo pido... lo quiero a él.

La puerta se abre, no me inmuto por unos largos segundos hasta que al final decido ver quién es la persona que se encuentra recostado en el marco de la puerta, lo examino de pies a cabeza deteniéndome en su rostro para luego sonreír al ver el azul que tanto me gusta.

- Buongiorno, piccola – corro hasta él para besarlo sin importarme la herida, lo atraigo por la nuca haciendo que se agache un poco.

- Por un momento creí que ellos me llevarían – hablo separándome de él.

- Debí dejarlos – comenta sonriendo – pero recordé que no me gusta compartirte, no a ti.

- Sin ti estaría aburrida todo el tiempo, me encanta joderte.

- Más te encanta follar – elevo mis cejas mientras lo miro divertida.

- No voy a desmentir eso – respondo sonriendo – ¿dónde está Stefan? ¿Domenico? ¿Ernesto?

- ¿Enserio me acabas de preguntar por el vasallo? – su respuesta me hace poner los ojos en blanco – está muerto – sus palabras me dejan en shock unos segundos.

- No juegues con eso, estúpido maniático – hablo un poco seria – ¿está vivo verdad?

- ¿Qué más da? Solo es un peón, alguien insignificante – paso por su lado saliendo de la habitación, busco a Ernesto o a Domenico por todas partes, el idiota de ojos azules me sigue a cada paso que doy.

Camino por los pasillos llamándolos a gritos mientras siento el fastidio del italiano detrás de mí. Ernesto sale de una de las habitaciones mirándome con el ceño fruncido, me acerco hasta él a abrazarlo porque en primer lugar se encuentra vivo, voy a admitir que es un idiota, pero que le he agarrado cariño, me empuja para soltarlo mirando en dirección a mis espaldas, puedo deducir quién es el que se encuentra ahí.

- ¿Stefan está bien verdad? ¿qué hay de Dom? ¿dónde están?

- ¿Tanta gritería para que me preguntes eso? – ignoro lo que dice insistiendo a que me conteste – no sé niña estúpida, no sé dónde están, Domenico supongo viene hoy, en cuando al otro idiota sigue vivo – bien, siguen vivos – debimos dejarla que se la lleven – dice lo último mirando al Verdugo.

- Sí, pero sé que me hubieras extrañado – contesto haciendo que sonría negando con la cabeza.

- Extrañaría usarte como mi saco de boxeo personal – le doy un leve golpe en el hombro, cierra su puerta en mi cara haciendo que lo maldiga por lo bajo.

El Verdugo (1) © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora