CAPÍTULO 31

6.9K 458 219
                                    

SASHA

Me levanto muy asustada, una vez sentada me tomo el rostro entre mis manos logrando sentir la sudoración por mi frente, mi respiración empieza a normalizarse una vez me doy cuenta que solo fue una pesadilla, retiro las sábanas de mi cuerpo caminando hacia la ventana, tres días, tres días han pasado y siempre termino por levantarme cuando el cielo aún sigue oscuro, intento volver a dormir, pero me aterra volver a tener esas horribles pesadillas.

Salgo de mi prisión bajando a la cocina por un vaso de agua, enciendo las luces empezando a lo que vine, bebo de golpe para luego lavar el vaso y guardarlo, me siento sobre la isla haciendo que el frío mármol me sobresalte un poco, apoyo las manos a mi costado mientras miro al techo sin algo en específico, cierro los ojos y sonrío por inercia al recordar que en esta misma cocina follamos por primera vez, en esta misma isla follamos como depravados, que irónico, también vine por un vaso de agua.

- Dengel – me incorporo en sí al escuchar a Domenico, le frunzo el ceño al verlo despierto a esta hora.

- Osea sigues despierto a estas horas, pero duermes como pagado apenas inicia una película – me quejo – oh, y Erneste no se salva.

- Era una película de mierda, ya acéptalo.

- Ni siquiera estaban despiertos por la mitad de película, uno estaba babeando el sofá y el otro roncaba como afónico.

- Sigo pensando que el que babeaba no soy yo – me reclama y le doy una sonrisa de dientes – ya van tres días en que la luz de la cocina hace acto de presencia a esta hora – lo miro un poco más seria – ¿pesadillas? – asiento con la cabeza.

- Cada que cierro los ojos para intentar dormir – se sienta en una de las sillas – a veces siento que estoy soñando y que en algún momento voy a despertar para darme cuenta que nunca salí de ese lugar, que siguen torturando a Ernesto, que me siguen torturando a mí, que siguen violándome... – meneo la cabeza alejando esos pensamientos – con el tiempo...

- No – me interrumpe – créeme, yo estuve desde los seis años siendo follado por mujeres y hombres, y no me vengas a decir que el tiempo cura, porque no es verdad, el tiempo no cura nada, solo te acostumbras a la idea de que ya todo pasó y tienes que aceptarlo para poder seguir adelante – él está tan dañado y no habla con la voz temblorosa ni nada, es verdad, solo lo aceptó y siguió su vida.

- ¿Cómo lo hiciste?, estuviste no días, estuviste años en esos horribles lugares – se encoje de hombros como si nada.

- Acepté que mi vida está destinada para ser una mierda, cuando tuve once me dieron una paliza porque le golpeé a un tipo, la cagna de la señora que se hizo llamar mi madre ni me defendió, pero eso no me importaba, ese mismo día una señora me encontró tirado, mala suerte para ella, porque esa mujer me cuidó hasta que tuve dieciséis años, resultó que era psicóloga, cuatro años de tratamiento ayudaron, pero nunca se me quitó ese odio que se me quedó impregnado en el cerebro, a sus ojos era un niño bueno, al final lograron encontrarme, regresé de la escuela y la encontré junto a un charco de sangre, debería haber llorado o sentir algo, pero no sentí absolutamente nada, creo que me acostumbré al sufrimiento – lo dice tan natural, si una pisca de dolor, eso, o sabe ocultarlo muy bien – si no hubiese llevado tratamiento, te aseguro dengel, que ya estuviera muerto, de todas formas antes de morir hubiera matado a la cagna de mi madre – le sonrío y es que la perra si se merecía morir – así que tú eres más fuerte que yo, incluso más que Ernesto, te lo aseguro, el idiota le tiene miedo a las arañas – eso me hace reír – tuviste una crisis nerviosa porque los mataste de una forma cruel según tu mente, y que seguramente pensabas que te iban a castigar por eso.

- Puto genio.

- Me lo dijo Ernesto.

- Retiro lo dicho – ambos reímos unos segundos.

El Verdugo (1) © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora