CAPÍTULO 13

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SASHA

Termino de darle el último bocado a mi desayuno mientras jugueteo con los utensilios pensando en la persona con esos ojos azules tan únicos que no podría compararlos con otros, porque por más que se combinen todos los azules el de él son los más bonitos.

El sabor de sus labios se ha quedado aún en los míos, esos carnosos labios me han jodido en todas las maneras, nunca debí besarlo, eso solo confirmó cosas que quería evitar, además tampoco sabría decir lo que me causó, jamás he querido a nadie aparte de mi familia, no sabría lo que se siente cuando quieres a otra persona, porque nunca he querido a nadie de ese modo, ni siquiera a la persona que estaba conmigo cuando tenía diecisiete.

Pero ese beso...

Me retiro de la cocina para dejar de pensar en eso, termino en la sala principal encontrando a Ernesto haciendo algunas cosas en su laptop, su vista está muy fija en la pantalla que ni nota mi presencia, luego de decir "listo" llevándose el índice al oído levanta su mirada dándose cuenta de mi presencia. Lleva su índice al oído nuevamente y cierra su laptop.

- ¿Ahora qué quieres? – ruedo los ojos acercándome hasta él – no te pienso decir dónde está el capo.

- Tampoco te pregunté – respondo – ¿tienes un audífono en el oído? Es que no se nota.

- Ni se va a notar, para eso la diseñé, bueno Fabio también hizo lo suyo.

- Vaya, tienen un médico, un creador de armas y un puto hacker, ¿algo más? No tendrán un androide por si acaso, no me sorprendería – sonríe muy divertido ante mi comentario – ¿Por qué siempre te quedas? ¿Por qué no vas con el Verdugo como la mano derecha que eres? – eso lo sorprende.

- ¿Cómo estás tan segura que soy su mano derecha? Ese podría ser Domenico, Fabio...

- No – le corto las palabras – por favor, Domenico tiene que estar haciendo lo suyo que seguro es muy importante, no lo sé. Fabio, él debe estar con esas cámaras o haciendo no sé qué, porque deduzco que utiliza el sistema más que todo. Dominik, pues él si no se, recuerdo que dijiste que podrían reemplazarme por él, así que supongo que él es bueno con las armas, así que me quedas solo tú, lo note porque a cualquier lugar que íbamos si o si tú eras indispensable así vayan más de sus hombres, no soy tan estúpida Ernesto, que finja en ocasiones es diferente – se queda en silencio unos minutos como si analizara todo lo que acabo de decir.

- ¡Joder! Sigue así y puede que deje de llamarte niña estúpida – insisto en que me confirme lo que dije – puede que tengas razón.

- Enserio te odio.

- El sentimiento es mutuo.

- La noche que me encontraste ¿quiénes eran los otros tipos que disparaban?

- Y ahí vamos con las preguntas – se levanta.

- ¡Ay por favor! Me van a matar ¿verdad? No veo el problema que me respondas si al final me lo voy a llevar a la tumba.

- Pues intenta sacarle información a alguien más, porque de mí no vas a sacar nada – se retira.

Es más leal de lo que pensé, Fabio y Dominik no creo que suelten nada, esos dos me quieren muerta, Domenico dudo mucho que también hable, tampoco puedo ir a los antonegra, eso sería suicidio. Preguntarle directamente al maniático solo causaría su enojo, por cierto, que desde hace dos días escuché que viajó, su ausencia sí que se nota...

Camino por las afueras del castillo mirando a los bosques, por alguna razón no quiero correr y poder salir de este lugar, no solo es por el hecho de que me atraparían, simplemente no siento las mismas ganas de escapar de antes.

El Verdugo (1) © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora