CAPÍTULO 24

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SASHA

Siete tiros marcando su silueta mientras se queda quieto, sonrío de lado mientras voltea en mi dirección, tiene el cuchillo en su hombro que se lo quita rápido y sin queja de dolor, su arma cae al suelo, ambos sabemos que ya gané, él dijo "pelea a muerte" bien, así será...

- Pum - presiono el gatillo y empiezo a reír mientras su mirada asesina mira en mi dirección, el arma ya no tiene balas y lo sabía - gané - dejo el arma en la banca mientras tomo una toalla para amarrarlo alrededor de mi pierna sangrante, esto quizá solo tenga uno o dos puntos.

Me miro el brazo donde una ligera cortada se encuentra, la sangre está seca, mi cara impecable, la de él, solo algunos rasguños, me acerco hasta decirle que haga presión en su hombro y vaya a Domenico, bufa rodando los ojos.

- Me vas a devolver esto - habla el rubio.

- Sigue soñando - respondo con una sonrisa - per-de-dor - me burlo para empezar a salir del gimnasio dejándolo muy enojado.

Me inclino a un lado al pasar una bala en mi dirección, saco el cuchillo de mi cintura una vez estoy en el quinto escalón, tiro en su dirección hasta que queda clavado en la pared detrás de él, rueda los ojos y salgo rumbo a la habitación a darme un baño, no sin antes pasar a Dom para que me suture.

Me quito la ropa hasta mirarme en el espejo, han pasado seis días desde mi tortura, seis días en que tengo miedo dormir si él no está conmigo, seis días y lo que sea que haya hecho Domenico, no ha dejado casi cicatriz en mi espalda ni en mi mano, pero cada vez que lo miro de cerca, está ahí, ese horrible color rosado está ahí...

Me baño tranquilamente sin dejar que ningún pensamiento me agobie, una vez fuera me visto casual para bajar a la cocina por comida, muero de hambre después de estar toda la mañana con Ernesto, le mando a Irina a llevarme el plato junto al resto de hombres en el comedor, al llegar todos me miran con su aura de siempre, sonrío sentándome en el lugar del Verdugo, que por cierto, no lo veo desde ayer, follamos toda la noche como depravados.

- Buongiorno, dengel - habla Dom.

- Lo que sea que haya sido lo que me untabas todos los días, es magia - hablo con respecto a las cicatrices, Dominik y Fabio se retiran sin terminar lo que comieron, en cuanto al resto, puedo sentir su mirada sobre mí

- ¿Desde cuándo vienes a comer aquí? - paso lo que tengo en la boca para responder.

- ¿Hay algo de malo? Que ellos solo miren y no puedan matarme no es mi culpa - sonríe negando lentamente con la cabeza, sigo comiendo tranquilamente, cambiando de vez en cuando palabras con Dom - ¿qué? - hablo en seco hacia un idiota.

- Estás en el lugar del Verdugo.

- Lo sé - respondo con simpleza - ¿me vas a botar tú acaso? - aprieto el cuchillo sobre la mesa cuando se levanta.

- Sasha...

- ¡Las perras como tú no deben... – planto el cuchillo sobre su mano sonriendo al escuchar su grito de dolor, intenta sacar su arma con la mano restante y Domenico le apunta primero.

- A mi no me grites, que sorda no estoy - hablo sacando sin remordimiento el cuchillo de su mano, todos aquí se limitan a mirar.

- Cagna - habla entre dientes

- Podré ser cagna, pero no le lamo las botas a nadie - salgo sin terminar la comida.

Llego hasta Ernesto, al parecer ya se trató la herida, tiene una linda venda en el hombro, sonrío al verlo cuando nota mi presencia, no tarda en entrar el maniático, me siento junto a Ernesto para empezar a joderlo mientra el tipo que acuchillé en la mano pasa de largo junto a Domenico, le sonrío de lado cuando cruza su mirada con la mía viendo como bota fuego por los ojos.

El Verdugo (1) © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora