El Verdugo (1) © ✔

CAPÍTULO 32

NARRADOR OMNISCIENTE

El cielo está oscuro, los minutos pasan y el maniático de ojos azules lo sabe bien al mirar su reloj sujeta a su muñeca, «una y diez de la madrugada», piensa a la vez que saca su arma del cajón derecho revisando si está cargada, lo guarda en su espalda baja hasta que el brillo del zafiro azul llama la atención de sus ojos antes de cerrar el cajón, toma el aro en su mano dándole una mirada, recordando el día que se lo dio dentro del auto, da un trago al licor levantándose de la silla mientras tira el anillo sobre su escritorio, sale del lugar a la vez que el objeto hace pequeños sonidos mientras cae firme a los pies del mueble.

Camina hasta llegar a la sala principal observando el movimiento de varios antonegra, da órdenes precisas y claras a cada uno de sus hombres, pues el encuentro con Marina sería en Roma dentro de unas horas.

- Así que después de mucho, el idiota va a estar de vuelta, Marina debió tenerla difícil para conseguirlo – se acerca el rubio hablando a su jefe, mientras este solo le mira el leve moretón en su rostro sabiendo con certeza que se lo hizo la pequeña de ojos marrones – ella no lo sabe.

- No, va a notarlo una vez despierte, si es que despierta – contesta con serenidad.

- No puede ser ¿eso es odio? – pregunta su amigo con una leve sonrisa divertida – ¿se pelearon?

- No estoy para tus jodidas bromas, Ernesto, alista la aeronave – ordena, pues dentro de unos minutos todos salen rumbo a Roma.

Se dirige a su grande habitación sabiendo que encontrará dormida a la persona que se niega a dejarla entrar a su vida, mira una vez más su reloj mientras se sienta junto a ella detallándola con lentitud, en cualquier momento despierta por sus horribles pesadillas, eso él lo sabe y muy en el fondo quisiera nunca haberla dejado esa noche de lluvia.

Mira el tatuaje en la mano de la chica, él tiene uno igual en el brazo y quizá cada que lo mire se va a acordar de ella.

La observa una vez más viniendo a su mente todas esas crudas palabras que Sasha dijo en un arranque de ira, el "te odio" marcó algo en ambos, pues las palabras duelen más que las acciones y definitivamente desde ese momento se perdió lo que sea que había entre ellos dos.

Saca el pañuelo que tenía preparado antes de subir, lo extiende lo suficiente para que pueda cubrir la nariz y boca de la joven, ni bien ella está por despertar de un espantoso sueño, le pone el pañuelo sobre el rostro haciendo que Sasha abra los ojos de golpe mientras sujeta su muñeca hundiendo las uñas en la piel del italiano, lo mira fijamente hasta que su agarre pierde fuerza, sus ojos se hacen pesados y poco a poco los cierra hasta quedar completamente dormida pensando en lo último que vio.

«Pues ya que tanto deseas nunca haberme conocido, espero que puedas olvidarte y hacer lo que mierda quieras con tu vida, al fin y al cabo, estás fichada y vas a morir tarde o temprano, aprende a defenderte sola y agárratelas como puedas, que éste maniático se olvidó que alguna vez fuiste intocable» la mira para luego levantarla en sus brazos y salir con ella.

Baja hasta la sala principal entregando a la joven a Domenico, le da indicaciones exactas y este asiente con la cabeza llevándose a la niña que siempre hacía caos en su laboratorio pensando en que nunca más va volver a verla y joder en su vida como ya se había acostumbrado, mientras él se lleva a Sasha el Verdugo ya se encuentra en la pista de aterrizaje subiendo a la aeronave que espera ser abordada por algunos más de sus hombres.

La nave no tarda en despegar una vez entra Ernesto asegurándose de que todo esté en orden, el mes que acordaron ambas partes ya finalizó, Marina tiene a la persona que tuvo que sacar con dificultades de la isla, pues no le quedó de otra al ver que el tiempo pasaba y no había señales de su hija, considerada la mejor agente en jefe y solo falló una sola vez en su vida, no se permitiría fallar en recuperar a su hija.