CAPÍTULO 5

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SASHA

Primera vez en Italia, lo admito, es muy bonita, y aunque en un inicio no había más que bosques a los lados, ya estamos en la ciudad, o eso creo. Todo el camino me la pasé mirando por la ventana, esto no es un viaje, lo sé porque cuando le dije que se detuviera me dijo que me daría un tiro, literal, eso fue lo que me dijo, y como soy tan obediente, mejor me quedé callada.

Hasta de perfil el italiano se ve perfecto, más aún cuando los rayos del sol iluminan esas esferas azules. ¡Ay no! no te acuerdes de lo que pasó en la ducha, no Sasha, es un criminal, es malo, es un asesino y posiblemente mi asesino, escuché que posiblemente me entregue a mamá por partes, cosa que sí asusta cuando en cualquier momento me rebanan mi linda anatomía.

Es gusto culposo, es la primera vez

No me ayudas querido yo, en fin, una vez que esté con mamá nunca más lo volveré a ver, bueno quizá sí, delante de un juez, si es que mamá no le mata primero, espero que lo refundan en prisión o en el mejor de los casos, necesita ir a un manicomio, ese tipo necesita terapia urgente, no se me olvida la forma cruel en que encontré al tipo que casi me quería degollar en el club.

- ¿Qué ciudad es? – aún sigue de perfil e ignora mi pregunta – digo, porque Italia es muy grande. Está Florencia, Milán, Venecia, Roma, Pissa...

- Cállate – voltea a mirarme y de inmediato giro la cabeza para mirar por la ventana – para alguien que nunca ha salido en su puta vida, sabes del mundo.

- Se llama estudiar, hay una materia que tiene por nombre Geografía – digo con sarcasmo y... espera ¿cómo sabe que nunca salgo? – ¿cómo sabes que no salgo? – pregunto volviendo a girar a verlo y no responde, odio que no responda, me causa estrés saber que me escucha y no responde – estuviste investigándome – suelto sin más, pero ¿cómo? Con las justas el sistema arroja mi nombre, mi mamá se encargó de todo eso.

No hay que subestimarlo.

No me sorprende, pero estoy segura que le costó mucho dar con toda mi información y no en el sentido de dinero.

La voz del italiano me aleja de mis pensamientos, al parecer el auto ya se detuvo y le está dando indicaciones a sus hombres, en su idioma obviamente, pero seguro que esto no es bueno, tan solo con mirarlo nada de él lo es, obviamente menos sería que tenga pensamientos y planes lindos. Baja del auto y yo le sigo, no quiero que me bajen a rastras.

El lugar es muy bonito, el clima está cálido, hay varios peatones, la gente se ve animada, todos riendo, hablando, comiendo heladito, siendo amables, todo normal, todo excepto los amargados con los que estoy.

- Verona – una simple palabra que entiendo bien antes de empezar a caminar junto a él.

¿Me lo dijo a mí? Porque creo que estaba hablando con uno de sus hombres.

Varios de su gente se quedan fuera, yo voy un pie detrás del italiano, siempre mirando a mi alrededor con disimulo pensando en buscar ayuda, una vez dentro de un lujoso restaurante, tres de sus hombres se distribuyen por el lugar, todos los comensales están disfrutando quizá en familia o amigos, observo que charlan animadamente, quisiera decir que todo parece tranquilo, pero me basta con regresar la vista al italiano para confirmar que la tranquilidad no dura mucho.

Caminamos hasta una mesa donde hay tres tipos, uno es calvo, el otro es un señor de unos cuarenta y tantos años y el último no pasa de los treinta, los tres de inmediato se fijan en el italiano y yo me sobresalto en mi sitio al ver que también dan miedo y mejor no emito palabra alguna, parece que fuera un ratoncito encerrada en una jaula de gatos.

Dios, ayuda.

- Verdugo – saludan los tres señores para luego fijarse en mí – así que es verdad, tienes a la hija de Marina – el Verdugo me mira por unos segundos después del comentario del señor calvo y luego regresa su mirada a ellos.

El Verdugo (1) © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora