CAPÍTULO 25

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SASHA

Trato de moverme mientras despierto media sonámbula, un peso en mi espalda me incomoda y trato de ver sobre mi hombro para encontrar al maniático con la cabeza recostada en mi espalda baja mientras sus brazos descansan a los lados, sonrío negando con la cabeza, me muevo quitando todo su peso hasta poder levantarme, lo miro como duerme plácidamente como una roca.

Camino hasta al baño sintiendo un leve dolor en mi sexo, pues como no, si me dio como caja toda la noche, tampoco es que me limite estando frente a un hombre así, abro la llave para empezar a bañarme cómodamente, los recuerdos del día anterior me hacen cerrar los ojos mientras aún siento su piel contra la mía, sus besos... sus caricias... sus gemidos... aprieto uno de mis senos provocándome yo sola un jadeo, mierda, ya me está contagiando lo depravada.

Empiezo a vestirme mientras lo veo seguir durmiendo ¿desde cuándo duerme tan profundamente? Al parecer no soy la única que se cansó.

Salgo de la habitación a bajar a desayunar, llego al comedor sentándome en el lugar del Verdugo, Irina y Lía no tardan en servirme, al parecer hoy ni Dom ni Ernesto están, solo algunos idiotas que no hacen más que mirarme, ya estoy acostumbrada.

Como lentamente ignorando lo que me rodea, unos minutos después entra el tipo al que le acuchillé la mano, mira en mi dirección y le sostengo la mirada, su enojo brota en su máximo esplendor, presiono el cuchillo sobre la mesa, capta mi movimiento provocando que sonría de lado, se acerca a mí al tiempo que subo sobre la mesa tomando un plato para estamparlo en su cara.

- ¿Qué pas... – la voz de Ernesto nos hace detenernos, yo con el cuchillo cerca de su yugular y él con una pieza del plato en mi abdomen – sepárense o los mato a los dos – ruedo los ojos empujando al tipo.

- ¿Tengo que pedirte permiso para matarlo? – hablo con ironía – él empezó.

- No me importa quién mierda haya empezado, deja de matar a nuestra gente, loca – dice lo último llevándose el índice a su sien y bufo.

- Bien – miro una vez más al grandote, ambos botamos cuchillos con tan solo vernos – idiota – salgo del comedor seguido de Ernesto – ¿ya tienes lo que te pedí? – giro a verlo una vez estamos en el jardín.

- Tampoco es que me hayas pedido algo difícil – que ego – me debes un favor por pedirme algo tan estúpido.

- Como sea, luego de salir del gimnasio me lo entregas.

- Primero ve al laboratorio de Domenico, luego al gimnasio – frunzo el ceño – tampoco sé para qué te busca, solo ve.

- Pues luego, ahora vamos que te quiero dejar otra linda venda – me fulmina con la mirada y sonrío – eso de enojarse por todo es común en ustedes – me burlo para empezar a caminar y me detiene.

- Luego seguimos, ve al laboratorio.

- No rompí nada – o quizá sí y no me acuerdo – ¿hice algo?

- No sé – contesta ya harto de negarme ir – solo ve – suelto un resoplido empezando a dirigirme al laboratorio.

Encuentro a los dóberman en el camino, por si las dudas no les digo nada ignorándolos para seguir mi camino, hasta que recuerdo el nombre de ozzy y lo llamo, él más que feliz llega moviendo su colita para empezarle a darle mismos, siempre con cuidado, porque antes que nada recuerdo que este perro come vivas a las personas, la voz de Dominik hace alejar a Ozzy de mi lado, lo miro con cierto enfado.

Llego hasta la casa, ni bien estoy por entrar a la sala y el cuarto de cámaras se abre y cierra saliendo por ella Fabio, mi presencia lo hace mirarme enojado, minutos después entra Irina haciendo que los mire a ambos por largos segundos, la casa supongo conocen todos, pero lo que ocultan en esta fachada tengo entendido muy pocos, frunzo el ceño maquinando mi mente para encontrar una respuesta...

El Verdugo (1) © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora