Una Cena que Termina en Sangre

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A N A S T A S I A

Sedas plateadas se ajustaban hasta la cintura de Anastasia en discretos pliegues con bordados en piedras plateadas oscuras que continuaban a lo largo de la falda en líneas y curveados ornamentos de flores. Llevaba un largo broche de oro de flores de distintos tamaños que sujetaban su cabello por todo el costado derecho de su cabeza; de la última flor, la segunda más grande, caía una gran cantidad de largas cadenas doradas que se resbalaban por su espalda. Su collar bien resguardado, como en cada fiesta, en las manos de Tamar.

Dakarai y Tolya la acompañarían, Mal y Tamar irían con Alina. Ambas chicas llegaron juntas, una junto a la otra, combinando el plateado y el dorado de cada una en sus atuendos. Anastasia intentó preguntarle a Alina sobre los peregrinos pero ella no quiso hablar, nada importante había pasado y no había nada de qué hablar, Anastasia la dejó en paz.

La cena tuvo lugar en uno de los magníficos comedores del Gran Palacio, una sala conocida como el Nido del Águila por el enorme friso en el techo que mostraba el águila doble coronada, con un cetro en una garra y un grupo de flechas negras con lazos rojos, azules y púrpuras en la otra. Sus plumas estaban hechas de oro auténtico.

La mesa estaba llena de generales de alto rango del Primer Ejército y sus mujeres, así como los tíos y primos Lantsov más prominentes. La Reina estaba sentada a un extremo de la mesa con el aspecto de una flor arrugada envuelta en seda de un rosa pálido.

En el extremo opuesto, Vasily se encontraba sentado junto al Rey, fingiendo no darse cuenta de que su padre miraba con ojos lujuriosos a la joven esposa de un oficial. La madre de Erik estaba cerca de la Reina y Erik sentado la derecha de Anastasia que, a su vez, estaba a la izquierda de Nikolai, quien se encontraba en el centro de la mesa, con Alina a su lado derecho, encantador como siempre.

Era el cumpleaños de Nikolai y había pedido que no se celebrara ningún baile en su honor. No le parecía adecuado con tantos refugiados muriéndose de hambre al otro lado de los muros de la ciudad. Pero era la Belyanoch, y el Rey y la Reina parecían no haber sido capaces de contenerse. La comida consistió en trece platos, incluyendo un lechón entero y una gelatina con la forma y el tamaño de un cervatillo.

Cuando llegó la hora de los regalos, el padre de Nikolai le dio un enorme huevo bañado de un azul pálido. Al abrirse, en su interior había una exquisita miniatura de un barco sobre un mar de lapislázuli. La bandera del perro rojo de Sturmhond colgaba del mástil del barco, y su pequeño cañón disparaba un pequeño estallido de humo blanco.

Durante la comida, Anastasia se la pasó conversando con Erik. Hablaban de la comida, del regalo de Nikolai, de la madre de Erik. Anastasia le agradecía a Nikolai que haya encontrado la manera de sentarla junto a él.

Los nobles brindaron por la salud de Nikolai. Los generales alabaron su liderazgo militar y su coraje. Anastasia miraba de vez en cuando a Vasily, esperando que hiciera una mueca ante los halagos que caían sobre su hermano, pero parecía realmente contento. Tenía el rostro rosado por el vino, y sus labios estaban curveados en una sonrisa engreída. Parecía que el viaje a Caryeva lo había dejado de buen humor.

Anastasia se sentía ansiosa, había estado bien toda la tarde, pero desde el inicio de la cena se sentía alerta e inquieta. Aunque hablar con Erik la distraía lo suficiente de su desasosiego. Anastasia no quería dejar de conversar con Erik pero se veía en la necesidad de contestarle al capitán que tenía al frente y a un Lanstov que hablaba sobre su viaje a Kerch. Erik hacía bromas y hablaba por igual. Anastasia se sentía como si estuviera una vez más en las cenas de su padre.

Cuando se sirvieron los helados, Vasily se puso en pie y levantó una copa de champán.

—Hermano —dijo—, es bueno poder brindar este día por tu nacimiento y celebrarlo contigo cuando has pasado tanto tiempo en otras costas. Te rindo homenaje y bebo en tu honor. ¡Por tu salud, hermanito!

Hasta que los Mares Sean Polvo || Nikolai Lantsov Donde viven las historias. Descúbrelo ahora