Ruina y Ascenso

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A L I N A

Mal ya se había levantado cuando Alina se despertó. Le había dejado una tetera llena de té caliente en una bandeja rodeada de pétalos de manzano. La lluvia había amainado, pero las paredes del invernadero estaban cubiertas de vapor. Alina frotó el cristal con la manga y miró hacia fuera, al azul profundo del comienzo del amanecer. Había un ciervo entre los árboles, con la cabeza inclinada sobre la hierba dulce.

Alina se vistió con lentitud, bebió el té y permaneció junto al estanque reflectante, donde hacía mucho que se habían apagado los farolillos. En unas pocas horas, aquel lugar podría quedar enterrado bajo la oscuridad y ella quería recordar cada detalle. Por impulso, tomó una pluma, abrió el diario por la última página y escribió sus nombres.

Alina Starkov

Malyen Oretsev

Ella no sabía por qué lo había hecho. Tan solo necesitaba decir que habían estado ahí.

Alina encontró a los demás en el recibidor, recogiendo las cosas. Dakarai le estaba explicando algo a Genya, pero cuando ésta la vio la abordó junto a la puerta, con su abrigo en las manos. La lana color oliva estaba recién planchada.

—Tienes que estar estupenda cuando hagas morder el polvo al Oscuro.

—Gracias —dijo con una sonrisa—. Intentaré no sangrar sobre el abrigo.

Le besó en ambas mejillas.

—Buena suerte. Estaremos esperando cuando vuelvas.

Alina le tomó la mano y puso el anillo de Nikolai sobre su palma.

—Si algo sale mal, si no lo logramos... vete con David y Misha a Os Kervo. Con esto deberían poder comprar todo lo que necesiten.

Tragó saliva, y después la abrazó con fuerza.

—Dakarai me dijo cómo encontrar a la madre de Anastasia, por si algo sale mal. —se encogió de hombros, reteniendo lágrimas—. Pero no hará falta.

Fuera, los Soldat Sol esperaban en rígida formación, con los rifles a la espalda y unos recipientes de lumiya inactiva colgados de los hombros. Los tatuajes de sus rostros tenían un aspecto feroz a la luz del amanecer. Los Grisha llevaban ropa tosca, y parecían soldados corrientes.

Harshaw había dejado a Oncat aovillada con Misha, pero ahora estaba sentada en la ventana del recibidor, acicalándose perezosamente mientras observaba cómo se preparaban. Dakarai tenía elaboradas trenzas manteniendo el pelo lejos de su rostro, y llevaba los cuchillos de Anastasia a sus costados, estos habían estado empacados en la Garcilla. Tolya y Tamar tenían los soles dorados en el pecho. El de Mal todavía lo tenía Misha. Sonrió cuando la vio, y se dio unos golpecitos en el lugar donde habría estado el broche, justo encima de su corazón.

Los ciervos habían desaparecido. El huerto estaba vacío mientras lo atravesaban, y sus botas dejaban marcas profundas en la tierra blanda. Media hora después se encontrában a orillas de la Sombra.








A N A S T A S I A

Astra Anastasia Edevane. Anne Tamdem. Anastasia Vayrovka. Anastasia la Blanca. Invocadora de Hielo. Sankta. Astra. Luda. Tantos nombres. Tantas chicas distintas. Ahora solo está una chica con ojos de diferente color, con voluminosos rizos decorados con broches costosos, usando una kefta negra a excepción de los bordados blancos en el final de sus mangas, parada junto al Oscuro en el centro del esquife, atemorizada y portando el papel de valiente, fingiendo el papel de algún tipo de Santa.

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⏰ Última actualización: 8 hours ago ⏰

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Hasta que los Mares Sean Polvo || Nikolai Lantsov Donde viven las historias. Descúbrelo ahora