Príncipe del Aire

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N I K O L A I

Todos los hombres de Nikolai estaban en los árboles, se habían escabullido con dificultad, todos llenos de barro y tierra para disfrazarse. Nikolai disparó directo a la cabeza de Luchenko que no dejaba de hablar, después al que tenía un cuchillo en el cuello de Anastasia. Los disparos de sus hombres silbaron sobre su cabezas. Nikolai vio que Mal cubrió a Alina con todo su cuerpo.

Mientras se preparaba para saltar vio a los Grisha formando un círculo alrededor de Alina, el fjerdano, Erik, estaba liberando a Anastasia junto a un hombre rubio.

Había un pelirrojo en el suelo, pero un rubio alto tenía el pedernal en la mano, y las llamas atravesaban el aire.

Tamar y Tolya habían cargado hacia la pelea. Zoya, otra chica y uno más joven tenían las manos en alto y las hojas subían en ráfagas desde el suelo del bosque, pero les era difícil distinguir amigo de enemigo en el revoltijo de hombres armados.

Aterrizó junto a Alina y Mal que seguían tirados en el suelo.

—¿Qué hacen descalzos y medio desnudos en el barro? —preguntó observándolos—. Espero que estén buscando trufas.

Nikolai cortó las ataduras de sus muñecas y ayudó a Alina a ponerse en pie. Volteó a buscar a Anastasia, Erik estaba revisando su cuello que sí había alcanzado a ser cortado un poco.

—La próxima vez trataré de que me capturen a mí. Tan solo para poner la cosa interesante. —Nikolai le lanzó un fusil a Mal—. ¿Vamos?

Fue rápido, Anastasia volteó a verlo. Su sonrisa brillaba entre la lluvia de balas y gritos. Pero fueron sus ojos lo que lo distrajo, eran distintos.

—¡No puedo distinguir quién es quién! —protestó Alina, sacándolo de su mente.

—Somos el bando que está en clara inferioridad numérica.

Desafortunadamente, mientras las filas se movían era más fácil distinguir a los hombres de Nikolai por los brazaletes de un azul pálido que llevaban. Habían logrado abrirse camino entre la milicia de Luchenko, pero incluso sin su líder eran un enemigo poderoso.

Nikolai escuchó un grito. Sus hombres avanzaron, manteniendo a los Grisha delante de ellos. Los comenzaban a conducir al barco.

—¿Qué está pasando? —preguntó Alina.

—Esta es la parte en la que corremos —dijo Nikolai amablemente, pero con esfuerzo en su rostro.

Corrían a través del bosque, tratando de mantener el ritmo mientras Nikolai iba a toda velocidad entre los árboles. Volteaba de vez en cuando para revisar cómo iban los demás y que todos estuvieran.

Mal y Alina iban juntos, pero se notaba que a ella le costaba. Erik y el otro hombre rubio llevaban de la mano a Anastasia, jalándola, también se notaba que le costaba un poco seguir el ritmo, corrían mientras Dakarai los cubría. Los Vendavales invocaban, derribando árboles en el camino de la milicia. El rubio Inferni iba tras ellos, lanzando llamaradas. David con una mochila pesada sobre sus hombros, y se tambaleaba bajo su peso mientras corría junto a una chica pelirroja de horribles cicatrices.

—¡Déjala! —escuchó chillar a Alina, pero si la escuchó, la ignoró.

Tolya tenía al pelirrojo al que le habían disparado sobre los hombros, y el peso corpulento del chico ralentizaba sus pasos. Un soldado estaba cerca de él, con el sable desenvainado. Tamar subió de un salto a un tronco caído, apuntó con la pistola y disparó. Un segundo más tarde, el hombre se aferró el pecho y cayó en medio de una zancada. Un gato atigrado pasó corriendo junto al cuerpo, pisándole los talones a Tolya.

Hasta que los Mares Sean Polvo || Nikolai Lantsov Donde viven las historias. Descúbrelo ahora