Las cosas incorrectas son a veces las que más nos atraen, nos atrapan, nos embrujan. ¿Por qué? Sabemos que está mal, sabemos que es dañino ¿eso lo hace más emocionante? O simplemente ¿Nos gusta el peligro?
En mi caso me fallaba la moral y lo único que hacía es escapar de los problemas, de las personas, de mis errores o en esta ocasión de guardias que intentaban atraparme por mi robo reciente.
Así que lo único que lograba hacer era huir.
Corre, corre, correé me dije a mí misma, obligando a mis piernas a seguir.
Es muy difícil, teniendo en cuenta que sostenía una bolsa de monedas de oro, pero me resultaba muy divertido a la vez, la adrenalina por mis venas me llenaba de emoción y todas esas sensaciones de peligro me inundaban, las sensaciones de un "quizás" me atrapan hoy, aunque eso no ha sucedido.
Gire mi cabeza para mirar encima de mi hombro y los guardias seguían persiguiéndome.
—¡Atrápenla! ¡Que alguien la detenga!
Escuche a esos soldados quejones ¡por favor ya váyanse a su casa!
Estaba a punto de llegar al callejón, solo un poco más de adrenalina antes de que sece, pase por los puestos de frutas del pueblo, tumbando algunas manzanas a mi paso, esquive a las personas que parecen aterradas y otras sorprendidas.
Soy fiel creyente de que; para ser libre tienes que ganarte tu libertad y destruir algunas cosas en el camino.
No lo tomaría como consejo de vida porque reitero, me fallaba la moral.A mi vista apareció una carreta llena de barriles y ¡bingo! creo que algunos borrachos se quedarán sin su dosis de cerveza de la semana que lástima.
Tomé mi espada, con un movimiento ágil y certero destruí la manija librando los barriles que rodaron a mis espaldas justo hacia los guardias eso fue suficiente para perderlos solo eran tres de los trece que me perseguían, los demás cayeron antes, uno por uno.
Ya lejos de ellos, me escondí en un pequeño callejón en la parte trasera de una taberna. Empecé a buscar el barril con truco que mi tripulación debía haberme dejado, lo encontré en una esquina, saque la ropa que había dentro, me cambie y escondí la bolsa de monedas dentro, me quite la máscara que llevaba puesta todo el tiempo, me cubría el rostro por completo, por último, me solté el cabello que lo traía en un moño bajo el sombrero y entre a la taberna por la puerta trasera, como una linda e inocente dama.
No sé qué tan inocente me vería entrando a una taberna con un enorme barril, pero supongo que los hombres ya estaban muy ebrios y sus pocas neuronas se redujeron a dos.
—Hola Bill llevaré otro barril ¿veinte monedas verdad? —Salude al dueño de la taberna cuando llego al frente de él.
—Hola señorita, es la quinta vez en el mes esto es extraño además de que no me quiere decirme su nombre ¿es una joven muy misteriosa eh? —respondió apoyándose en la barra.
Bill empezó agarrarse la barba mientras hacía eso con los ojos que detestaba y me entregaba una sonrisa horrenda, ese hombre me llevaba como treinta años, viejo decrépito.
Bueno sonreír y disimular, sonreír y disimular.
—No hay misterio Bill, a mi familia le encantan las fiestas y no hay fiestas sin cervezas, mi nombre no me gusta así que prefiero no decirlo, llámame como quieras.
—Entonces te llamaré muñeca ¿te parece bien?
Intento acercarse desde el otro lado de la barra y yo me alejo, huele muy mal, ya no podía disimular más.

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Robo a la Corona
Viễn tưởngNo todos son capaces de robar el mundo para conseguir lo que desean ¿Tú serías Capaz? En el mar de los doce reinos gema gobernaba una pirata buscada, temida, odiada o respetada. Todos temblaban con solo mencionar su barco, ver una sombra fugaz o un...