Capitulo VII

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Sapphires

Octavo Reino

Nerea

Nerviosa, ansiosa, emocionada, con el pánico en mi mente y la adrenalina recorriendo por todas mis venas. así me encontraba, sentada en una cama en el reino de Sapphires con Vaden a mi lado y unas maletas color crema, porque desde ahora, en este reino, sería conocida cómo la princesa Nerea de Pearl.

Nos quedamos en la habitación de una posada, no estaba muy segura, la habitación era todo lo contrario a lujosa, pero tenía algunas comodidades, las maderas del lugar estaban muy viejas y el techo parecía cómo si estuviera a punto de derrumbarse, aunque una ventana muy amplia con una linda vista aportaba un punto a favor. La pequeña vivienda parecía abandonada, no sé cómo Vaden encontró este lugar.
Nos quedamos en esta habitación por unas horas, pero ya era tiempo de irnos.

—¿Recuerdas todo, cierto? —Pregunté preocupada.

—Sí, a veces eres muy exagerada cerecita —dijo poniendo los ojos en blanco.

Ese tono de voz arrogante, sonrisa burlona y mirada calculadora, sumándole ese tonto apodo, hizo que una ligera descarga de emoción recorría mi cuerpo.

—Solo me estoy asegurando que te acuerdes de todo kraken —exclamé aclarándome la garganta.

—Que sí, entrar al castillo, hacer la ilusión en mi mente, proyectar al rey Stefan, presentarte y ya, el resto lo haces tú, fácil.

—No te olvides de proyectar guardias y carruaje de Pearl, el rey no llegaría caminando jamás, y su historia la recuerdas ¿cierto? —enarqué una ceja—,  ¿Y puedes dejar de jugar con la máscara? —lo reproché molesta.

Vaden dejó las mascara en la cama y en su rostro apareció una sonrisa torcida, una de superioridad, como si enfurecerme fuera el propositivo que buscaba.

—Tranquila cerecita, que pareces una ansiana histérica con noventa gatos. —me miró cansado—.  Y no lo eh olvidado, la historia la sé de memoria, todos la saben.

Ese tonto apodo otra vez, si no fuera porque la primera vez que me llamo así, fue el día que me habló sobre su madre, le habría golpeado en la cara, un puñetazo directo en la mejilla.

—Nos conocemos hace tres años y jamás me diste un sobrenombre ¿por qué ahora kraken? ¿Por qué una tonta fruta?

Vaden parecía sorprendido por la pregunta y su mirada se transformó en una de verguënza, pero rápidamente su expresión cambió a una neutra y sin importancia.

—Tú me llamas Krakren, quería que estuviéramos empatados. —respondió mirándome como si no fuera nada.

—Pero yo siempre te eh llamo así.

—No importa —habló cortante.

—Solo dime —lo presioné.

—Que no importa.

—¡Pero solo dime! —insistí.

—¡No importa! ¿está bien?, da igual ya te irás y no volverás a escuchar que te llame así, ¡si tanto te molesta Nerea!

Vaden se levantó de la cama y se detuvo al lado de la gran ventana de la habitación, se veía enojado, ya no me miraba, su vista estaba clavada hacia el exterior, su porte demostraba enojo, su mandíbula revelaba ira, pero sus ojos, expresaban algo diferente. Vergüenza.

Joder este hombre y su humor cambiante.

—Es por esto que te digo kraken —confesé.

—¿Por qué? ¿eh? Anda ilumíname Nerea.

Robo a la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora