Jokers [Fred Weasley]

Los mundiales

—¡Papá!— nada—. ¡¡Papá!!— de nuevo, nada—. ¡¡PAPÁ!!

Después de buscarle por toda la casa con el Diario El Profeta en la mano, al fin le encontré en el jardín, durmiendo en la tumbona.

—¡Papá!— grité, haciendo que se despertase alterado—. Hola, papá.

—¿Q-qué pasa?— dijo desperezándose confundido.

—¿Has dormido buena siesta?— pregunté.

—¿Qué quieres, hija?

—Ash, ya ni saludar dejas— bromeé—. Bueno, ¿compraste las entradas?— dije abriendo el periódico frente su cara.

—¿Cuántas veces más lo vas a repetir?

—Hasta que me las enseñes.

—Ni lo pienses— oí la voz de mamá proveniente de la cocina—. ¿Es que no recuerdas lo que pasó la ultima vez?

—Ya os pedí perdón por quemar las entradas. Además, ¡tenía 6 años!

—Olvídate de las entradas, están guardadas lejos de tu alcance— negó papá.

—¡Vamos, Lena! No te quedes atrás, apresúrate— apuró Ced.

—Por Merlín, son las siete de la mañana— bostecé, arrastrando los pies colina arriba—. Si tanta prisa tienes, llévame en brazos.

—Los Weasley comparten traslador con nosotros, ¿no es así, papá?

—Cierto.

Eso fue suficiente para hacerme reaccionar. Agité la cabeza para aclararme y corrí hasta Cedric.

Una media hora más tarde estábamos en lo alto de la colina Stoatshead buscando un viejo objeto muggle que sería el traslador. Estaba subida a un árbol junto a mi hermano para tener mejor vista cuando oí a papá gritar.

—¡Aquí está! Una vieja bota.

Según papá, el traslador no salía hasta dentro de unos minutos, así que Cedric y yo nos sentamos en la rama del árbol a esperar. Se empezaron a oír pisadas y voces.

—¡Es aquí, Arthur!— llamó papá al hombre que acababa de llegar junto a media docena de adolescentes a los que yo conocía muy bien.

—¡Buenas, Amos!— exclamó el hombre.

—Valla, ya era hora.

—Lo siento, Amos— se disculpó—. A algunos se les han quedado pegadas las sábanas. Chicos, os presento a Amos Diggory; trabaja conmigo en el Ministerio.

Cedric me miró y seguidamente se dejó caer desde la rama.

—Oh, este muchacho debe de ser Cedric— dijo Arthur estrechándole la mano a mi hermano.

—El año pasado nos conocimos, señor.

—¿Si? ¡Vaya!, que memoria la mía— dijo rascándose la cabeza—. De la pequeña Lena si me acuerdo, ¿no ha venido?

Me dejé caer desde la rama y aterricé junto a mi hermano.

—Buenas, señor Weasley— sonreí.

—Hola, querida.

Saludé con un abrazo a todos los demás y les guiamos hasta el traslador.

—Venga, apuraros o llegaremos tarde— apremiaban los adultos—. Colocaros alrededor del traslador.

—¿Qué es un traslador?— preguntó Harry.

—¿Listos? A la de tres. ¡Una, dos,...!

—¡Venga, Harry!— le acerqué la mano a la bota.