¿Dónde está su mirada?

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—¿Por qué hueles como si hubieras estado nadando en estiércol para mandrágoras?

Arrugué la nariz cuando Harry llegó acompañado de Neville, Ginny y una chica con el pelo prácticamente blanco y unas gafas curiosísimas.

—Mimbulus mimbletonia —respondió Harry volviéndose hacia Neville, que se puso del color del pelo de Ginny.

Llevaba en las manos una maceta con una planta muy rara que preferí no curiosear.

—Rubia, nosotros vamos subiendo.

Los gemelos y Jordan subieron al carruaje que esperaba. Fred me tendió la mano para que subiera, pero sacudí las manos en señal de negación.

—Iré con Harry y los demás.

Fred hinchó las aletas de la nariz y frunció el ceño. George le puso la mano sobre el hombro, haciéndolo recuperar la compostura.

—Está bien —devolvió su mirada de Harry a mí—, pero no tardéis.

El carruaje se alejó, dando paso al siguiente.

—¿No vas con mis hermanos? –dijo la voz de Ron detrás de nosotros.

—Llevo horas encerrada con ellos en un cubículo demasiado pequeño para lo altos que son, necesito descansar de tanta peca.

—¿Sabes donde está...

—¿Hagrid? No lo sé —respondió Ron con tono preocupado a Harry—. Espero que esté bien.

Unos metros más lejos Malfoy, con su insignia reluciendo verde en el pecho de la capa, seguido por su escamoso séquito empujaban a algunos niños de segundo con cara de tímidos para tener un carruaje para ellos solos. Segundos después, Hermione salió jadeando entre la multitud.

—Malfoy ha sido asqueroso con los nenes de primero. Os juro que voy a informar de ello; solo tiene la insignia desde hace tres minutos y ya la está usando para tratar a la gente peor que nunca...

La chica de gafas curiosas le había cedido la carroza a unas ravenclaw que se estaban subiendo. Y como no, la famosísima Cho Chang, la enviudada por mi hermano, estaba entre ellas. Sonrió entre coqueta y apenada a Harry mientras el carro arrancaba. Cuando su mirada se cruzó con la mía su cara tomó un tono lúgubre y miró hacia delante rápidamente.

—Eso ha sido incómodo hasta para mí —me susurró Ron con mofa al pasar a mi lado para subir al carro que frenaba enfrente nuestra.

Le pegué cariñosamente en la mano cuando me la ofreció para subir y monté de un salto. Pero Harry no había subido aún.

—¿Cuatro ojos? —le llamé, acercándome a la parte delantera del carruaje.

Se había quedado de pie, inmóvil, mirando fijamente a algo que solo él parecía ver.

—¿Qué son estas cosas? —contestó con la mirada perdida.

—¿Qué cosas?

—Esos caballos...

—¿Qué caballos? —preguntó Ron confundido. Hermione miraba preocupada al azabache.

—¡Los caballos que tiran de los carruajes! —dijo Harry impaciente.

—¿De que estás hablando?

—Vosotros no... ¿no los veis?

—¿Ver el qué? —Ron lo miró ahora muy alarmado.

—¿Te encuentras bien Harry? —preguntó Hermione abriéndole la puertecita del carruaje, como metiéndole prisa para subir.

—Yo... sí... Claro —subió con la mirada fija, siguiendo a nada en específico y se sentó con gravedad.

Jokers [Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora