¿Hogwarts o Beauxbatons?

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Me desperté temprano, como siempre. Después de estar mirando mis zapatillas en un viaje astral, bajé a desayunar. En la mesa ya estaban mamá y Cedric.

—Buenos días— saludó mamá tomando un sorbo de su café. A su lado, el diario El Profeta flotaba mientras lo apuntaba con la varita.

Gruñí como saludo y me dejé caer en la silla. Odiaba que me hablasen por la mañana, era algo que no soportaba. Desayunamos tranquilamente, mamá y Cedric hablando y yo en silencio mirando a nada en específico. Por mi cabeza solo rondaba el pensamiento de irme a nadar al lago que había cerca de casa, me escaparía con la escoba y me daría un baño.

De repente, algo picoteó la ventana. Al mirar vimos un hermoso búho pardo que llevaba un sobre con él. El ave nos miró impaciente, si es que eso era posible. Me levanté y le quité la carta del pico.

—¿Qué es eso, cariño?— preguntó mamá.

—¡Son las cartas de Hogwarts!— grité emocionada. Este sería mi primer año.

—Relájate qué no es para tanto— dijo mi hermano quitándole importancia.

Iba a replicarle, cuando entró una lechuza blanca por la ventana, dejó una carta en la mesa y se fue sin esperar como había hecho el búho.

Me acerqué y cogí la carta. Era un sobre color azul claro en el que ponía con letra dorada:

Señorita Diggory ha sido admitida en el colegio de Magia y Hechicería de Beauxbatons

Espera, ¿qué?

—Mamá, ¿qué es esto?— pregunté mientras mi pelo se tornaba rojizo.

—Verás, tu padre y yo lo estuvimos hablando y estás un poquito...— pensó como expresarlo— descontrolada. Sí, eso. Y en Beauxbatons te enseñarán modales, según me contó la directora de allí. Así que, después de consultarlo con tu padre, pedimos una plaza allí. Y veo que te la han concedido.

—¡Cómo que descontrolada!— grité con impotencia—. Esto es increíble. Además, yo no sé francés.

—Ya sabes que con eso no hay problema, cielo— mamá me apuntó con la varita—. Te haré hablar francés en un segundo.

Mamá trabajaba en el departamento de Relaciones Internacionales Mágicas en el ministerio de magia, así que tenia conocimientos de ciertos encantamientos ilegales para poder aprender otros idiomas con rapidez. Eran ilegales porque la mayoría de veces no salían bien. El hechizo tenía que llegar hasta el cerebro, hasta zonas tan potencialmente peligrosas que si el hechizo no se realizaba bien podía acabar muy mal, hasta con la muerte. Pero mamá estaba tan acostumbrada a realizar este tipo de encantamientos que sabía que no pasaría nada.

Sentí una corriente eléctrica en la cabeza justo antes de que todo se volviera negro.

Para cuando volví a abrir los ojos, estaba entre los brazos de Cedric, en el suelo. Me incorporé y miré a mamá.

—Aun que esto ha sido divertido— admití intentando ponerme seria—, ¡no tenías derecho! ¡Sabes que desde pequeña quiero ir a Hogwarts!— en esos momentos mi pelo estaba rojo de rabia.

—Cálmate, te propongo una cosa.

—Te escucho— alcé una ceja.

—Vas un año. Allí te enseñarán a ser un poco más educada. Y, después, el segundo año lo empiezas Hogwarts. ¿Qué te parece?

—Está bien...— acepté a regañadientes, apretando la mandíbula—. ¡Pero en segundo año me voy de ese colegio!

Subí corriendo a mi habitación y me tiré en la cama. Apreté la cara contra la almohada y grité con rabia. Odiaba que decidieran por mí, como si yo no tuviera voz ni voto. Además, me sentía ofendida con eso de "descontrolada".

Jokers [Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora