Dos prefectos y dos problemas

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N/A (para lectores antiguos): por razones propias y personales he decidido cambiarle el nombre de la protagonista. Nuestra niña ya no será Emma, lo siento si esto os incomoda un poco al principio pero no os preocupeis que ella sigue siendo la misma.


La casa ya estaba más o menos habitable a cambio de nuestro sufrimiento y agujetas tras dos largas semanas limpiando. No nos dejaban salir de la guardia. Molly decía que era demasiado peligroso, sobre todo para Harry. Sirius salía casi todos los días en forma de perro a dar una vuelta y robar algún que otro periódico muggle, el resto de las noticias de ese mundo lo seguíamos por la radio. La presencia de magos y brujas nuevos era constante, y las reuniones cada vez eran más, con gente más enfadada o preocupada.

A mi me tenían vigilada de cerca. Las chicas intentaban no dejarme sola, aunque con los gemelos revoloteando a mi alrededor no era cosa difícil. Aun así me preguntaban que tal me encontraba todos los días, y Hermione me recordaba una vez por semana que no estaba sola y que podía contar con ella para lo que necesitara. Creo que no se daba cuenta de que con eso lo único que hacia era recordarme una vez a la semana a una hora aleatoria del día el motivo por el que estaba (o debía estar triste).

Pero lo curioso de todo eso es que no me sentía tan triste como debería sentirme. No se si es por el hecho de la independencia que me tomé yo misma desde pequeña, por mi habilidad para retener toda emoción que me haga estar medio vulnerable o simplemente por mi carácter pasota y desapegado. Pero el caso es que, quitando las noches, que era el momento en el que mas vulnerable estaba y las pesadillas decidían perseguirme, me sentía bastante normal.

—He planchado tu mejor ropa para mañana por la mañana, Harry— se hizo un silencio en la mesa. Observé como Harry bajaba lentamente el tenedor que antes iba rumbo hacia su boca—. También quiero que te laves el pelo esta noche. Una primera impresión buena puede hacer maravillas.

—¿Cómo llegaré hasta allí? —preguntó intentando claramente parecer tranquilo.

—Arthur te llevará al trabajo con él. El profesor Dumbledore no cree que sea muy buena idea que Sirius te acompañe, querido —se apresuró Molly viendo como Harry dirigía su mirada a Sirius.

—Creo que tiene razón —asintió Sirius entre dientes.

A la mañana siguiente me despertó el ruido de unos pasos apresurados por el pasillo. Tras un rato dando vueltas, intentando ignorar los molestos pasos, decidí rendirme y me incorporé al mismo tiempo que la puerta se abría de golpe.

—Menos mal que estás despierta —Harry cerró la puerta con cuidado y se sentó en mi cama—. No puedo hacer esto.

—¿De qué estas hablando?

—No puedo ir a la audiencia. No pueden expulsarme —sonaba asustado de verdad—, no pueden echarme de Hogwarts. No me quedaría nada.

—Te quedaríamos nosotros y Sirius, y todos los demás que te quieren y te apoyan. Harry, ¿hace falta que te recuerde quien eres?

—¿Un imbécil que te trató como el culo hace dos semanas?

—Sí, pero de eso te acuerdas. De lo que yo te hablo es de que eres el puñetero Harry Potter. No sé si te suena, ese que consiguió proteger la piedra filosofal en primer curso sin saber una mierda de magia. O ese que se cargó un basilisco con doce años y una espada cagada por un sobrero que le trajo su amigo pajarito.

—Visto así suena todavía mas raro de lo que fue —rio, noté como se le destensaban un poco los hombros.

—O tal vez ese que consiguió liberar a un prisionero que resulto ser su padrino, el mejor amigo de padre y el noviete en fase de negación de su profesor de defensa contra las artes oscuras, que resultó a su vez ser un hombre lobo. Y que no se te olvide cuando, un año después, peleó en el Torneo para magos mayores de edad y sobrevivió al tío sin nariz que lo persigue desde que es un puto crío. ¿Te suena a lo mejor ese Harry Potter?

Jokers [Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora