Una semana de castigos

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La cena que me trajo Hermione a escondidas no duró mucho en mi cuerpo.

Me lavé la cara y me miré el espejo, las gotitas saltaban desde la punta de mi nariz. La camiseta se me pegaba a causa del sudor. No me encontraba bien. Me eché agua por el cuello y suspiré intentando no volver a vomitar.

Las largas cortinas cubrían las ventanas de la habitación. Lavender y Parvati solían ponerse nerviosas en estas noches, Hermione dormía bastante mal y siempre me pedía que la llamase si había algún problema, si no lograba controlarlo. Nunca lo hacía.

La Sala Común estaba fría. Siempre me impresionaba como cambiaba todo tanto por la noche. Hoy lo habría apreciado de no ser porque estaba retorciéndome de dolor en uno de los sofás. La cabeza me zumbaba, un sonido continuo e impertinente del que era imposible huir sin atravesarme la cabeza con la varita. Y me lo había planteado más de una vez. De oreja a oreja.

Dejé escapar un gruñido mientras me levantaba. Todo daba vueltas y sentía que me estaba yendo hacia un lado. Unos metros más a delante di con el hombro en la pared.

—Shh...

No me dio tiempo a girarme cuando ya estaba contra la pared del todo, sujetada por un pelirrojo que me miraba preocupado.

—Fred, ¿qué coño haces?

—Baja la voz —notó que hice fuerza para escapar e hizo más presión en su agarre—. Quieta. ¿A dónde vas?

—Fred, enserio —empezaba a perder la percepción de lo real. No sabía si el zumbido existía por todo el castillo o solo era cosa mía—, quita. Por favor.

—Lena, no puedo dejarte bajar ahí sola.

—Fred, hoy es luna llena —sabía amargo. ¿Era el vómito o las palabras?

—Precisamente por eso no puedo dejarte por ahí suelta. ¿Quién protegerá a esos pobres animalitos?

—Fred...

—Vale, vale, está bien. Lo admito, quiero protegerte a ti de ti misma —hizo una pausa en la que noté miedo, el agarré se aflojó, se separó un poco—. Tus ojos... Están negros.

—Aparta.

Gruñí zafándome de su agarre. Entonces el zumbido se propagó, tiñéndolo todo de rojo. Fred pasó a no ser más que una mancha térmica que mis ojos podían distinguir del frío del resto de objetos de la Sala.

Corrí lejos de allí. Corrí hasta no distinguir nada más el zumbido de la luna y el calor que desprendía cuando me expuse a ella.

POVs Fred

Por un momento pasé miedo. No sabía de donde se había sacado tanta fuerza de la nada. Me tiró al suelo y se quedó ahí, mirándome con esos ojos cubiertos de un velo negro desde el lagrimal hasta el rabillo. Podía ver como comenzaba a crecerla una capa de pelo rubio por los brazos. Los colmillos le sobresalían del labio superior y del pelo de la cabeza asomaban dos orejas puntiagudas.

Salió corriendo de la Sala. Tardé unos segundos en reaccionar, pero para ese entonces ya había llegado al final de las escaleras, y cuando yo llegué ya le había perdido la pista. En los jardines no parecía estar. Me senté en uno de los muros, bajo las columnas de piedra de la plaza del jardín, mirando hacia el bosque. Me preguntaba como de lejos habría llegado ya, cuando un gruñido a mis espaldas me contestó.

—Hola, rubia. Mira, te veo con ganas de hablar, pero es que m-me he dejado una cosilla por ahí y...

Corrí lo más rápido que pude. Corrí como si mi vida me fuera en ello; en parte así era, pero tenía fe en que mi rubia no decidiera hacerse el almuerzo de media noche con mi cabeza. Llegué hasta el campo de quidditch y subí las escaleras que daban a las gradas de Gryffindor, podría distraerla y me daría tiempo a bajar por otras escaleras y regresar por un pasadizo que había en los baños hasta el castillo.

Jokers [Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora