Potter Apesta

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—¡Ey, Neville!— grité por el pasillo. En cuanto me vio salió corriendo—. ¡Ey! No huyas, cobarde.

Corrí tras él hasta pillarle justo al final del pasillo.

—Otra vez no— suplicó—. Ya te dije que no.

—Más bien te colaste en una clase cuando me despisté. Vamos, Nev. Solo cuesta dos stickles— dije señalando la insignia que llevaba en mi capa—. Piensa en los elfos domésticos. Pero sobre todo, piensa en lo que me hará Hermione como vuelva a la sala común sin haber recaudado nada.

—Está bien— accedió sacándose dos monedas del bolsillo.

—Gracias, Nev— le entregué una insignia y me alejé en busca de otro pobre chaval al que acosar.

Desde que Ron estaba enfadado con Harry se había alejado de nosotras también. Pero, sinceramente, en estos momentos Harry necesitaba más apoyo de nuestra parte que Ron. Al distanciarse de nosotras, Ron ya no participaba en la P.E.D.D.O, por lo que su puesto de tesorero me tocó a mí. Juro por Merlín que me intenté resistir, pero Hermione es muy terca y me impuso el trabajo. Así que en mis tiempos libres me dedicaba a perseguir a chavales de primero o a atolondrados como Neville para que se uniesen a la causa.

La última semana se había basado en: entrevistas para los campeones; cotilleos sobre Harry en El Profeta y en la revista Corazón de Bruja; y en malas miradas y comentarios bordes hacia Harry por parte de los hufflepuffs, que decían que Harry quería quitarle protagonismo a su casa, y por parte de los slytherins que, bueno, simplemente se comportaban como siempre con Harry. Y la mayor parte de los de Ravenclaw parecía pensar que él solo quería más fama apuntándose al Torneo, por lo que tampoco ayudaban mucho.

En cuanto a cómo estaban las cosas por el resto del colegio, estos días no se sabía quién era más admirado; mi hermano o Viktor Krum. Un día a la hora de la comida vi como unas chicas le pedían a Ced que les firmara las corbatas.

Era la segunda clase del día. Salí apresurada de clase de Encantamientos frunciendo el ceño y sujetando una bolsa de hielo contra mi mejilla.

—¡Lena, espera! Ve más despacio— dijo Harry llegando a mi lado, seguido por Hermione que todavía se estaba colocando la mochila—. Lo siento, de verdad, no estaba apuntando...— hice un ademán para que se callase—. Déjame acompañarte a la enfermería.

—Harry, como los gemelos o Cedric vean esto— me aparté el hielo de la cara, dejando a la vista un moretón que estaba adquiriendo un tono purpura rojizo— y se enteren de que ha sido por tu culpa, y te aseguro que se enteraran por los chismosos de clase, te van a castrar. Imagínate si voy a la enfermería; ¡montarán un show!

La clase de Encantamientos de hoy había sido desastrosa. Estábamos aprendiendo el encantamiento convocador Accio. El profesor Flitwick había apartado hacia las paredes todas las mesas y sillas y había puesto en un extremo de la clase un montón de almohadas para practicar. Pero por alguna razón a Harry no se le daba muy bien, y...

Flash back

—Harry, concéntrate. Mira el objeto e imagina que vuela hasta tu mano. Mira, así. Accio— una almohada voló suavemente hasta la mano de Hermione.

—Accio. ¡Accio!— gritó desesperado apuntando a su respectiva almohada, que se encontraba en la otra punta de la habitación, pero nada pasó—. ¡Esto es inútil!

—Relájate, estás pensando en demasiadas cosas. Prueba de nuevo.

—¡Accio! ¡ACCIO!

Y por fin logro convocar un objeto, que por desgracia no resultó ser una almohada.

Jokers [Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora