Preguntas incómodas

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  El galope del caballo golpeando el lodo, la lluvía cayendo, el fuerte viento rozando las ramas, los relámpagos iluminando el cielo.

Entre la espesura del camino del bosque, las luces artificiales de un artefacto mágico alumbraban tenuemente un edificio ancho.

  --Allí hay una posada. --Señaló con su mirada, observando después al tranquilo joven.

  --Vayamos. Esta tormenta no nos dejara avanzar en los caminos posteriores.

Tomaron la intersección, donde el camino se dividía en dos, uno despejado y, otro que continuaba con el sendero al interior del bosque.

  --(¿En que sentido la tormenta es extraña? --Preguntó, observando debajo de su pecho, donde un pequeño lobo estaba acurrucado, protegido por su torso y rostro de la lluvía--. ¿Artificial? ¿Esto es causado?... ¿No puedes decirme, o no quieres?) --Frunció ligeramente el ceño. Wityer solo negó con la cabeza.

Un estruendoso y ensordecedor trueno cayó en las cercanías, retumbando en los oídos de los jinetes.

  --Esta tormenta se parece mucho a cuando naufragué en aquella isla. --Mencionó el hombre de barba en trenza con un tono complicado.

El caballo de Gustavo se levantó repentinamente, relinchando y mostrando sus dientes y, como si algo externo tratara de controlarlo, trató de tirar al joven de su dorso.

  --Tranquila, pequeña, tranquila --Le habló, sujetando las riendas firmemente para evitar su caída--. ¡Hea! Tranquila, tranquila.

El caballo regresó al suelo, pero continuó moviendo su cabeza de lado a lado con brusquedad.

  --¿Se encuentra bien, mi señor? --Preguntó Meriel al detenerse. Gustavo asintió, pero continuó observando a su agresivo animal de transporte.

Al recibir el consejo del lobo, rápidamente invocó su energía mágica, cubriendo con ella en forma de escudo al inestable caballo. El animal poco a poco se tranquilizó, volviendo a retomar su anterior cordura.

  --¿Qué fue lo que pasó? --Preguntó Ktegan.

Gustavo se acercó aún más, casi colocándose al lado del individuo de barba.

  --No lo sé --Acarició de forma cálida las crines mojadas del caballo--, algo o alguien estuvo implicado en la inestabilidad de mi caballo. --Alzó la mirada, obsevando a sus compañeros.

  --¿Algo o alguien? --Meriel frunció el ceño, mirando con un poco de incredulidad a su señor--. ¿Quiere decir que hubo una persona que se atrevió a atacarlo?

  --No estoy seguro y, casi puedo asegurar que yo no fuí su objetivo... Pero eso ahora no es importante, ahora lo primordial es ir a esa posada y protegernos de la lluvía.

∆∆∆
Ciudad de Atguila. Palacio real.

La atmósfera de dentro del vestíbulo real era tranquila, casi silencioso, aún cuando algunas sirvientas transitaban, o nobles que fueron requeridos caminaban, acompañados por sus siervos.

  --Segundo príncipe. --Dijo una linda muchachita, pequeña y de cabello negro. Coleta y sonrisa tierna.

Herz giró el cuello para observarla y, al percatarse de quién se trataba, sonrió.

  --Infanta Marhs.

Se acercó, mirando de reojo a los dos poderosos sirvientes que protegían a la pequeña niña, quienes no se atrevieron a hacer ni un solo movimiento. Geryon sonrió de forma hostil, descansando su mano sobre la empuñadura de su espada.

El hijo de Dios Vol. IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora