Cápitulo 28

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Carol Averry con una camisa color blanca que combina con mi vestido y pantalón negro que ajusta bien sus piernas y un precioso reloj en su mano izquierda.

Lleva el cabello como siempre, desarreglado, pero le queda perfecto. La ilusión con la que me mira hace que sus ojos se iluminen de felicidad haciendo que rápidamente su sonrisa se ensanche y deje ver ese hermoso hoyuelo que tanto me gusta.

Trae con el un hermoso ramo de rosas que por su puesto al igual que el no pasan desapercibido.

Mi hermana lo invita a pasar mientras se saludan.

—Buenas noches —saluda y nosotros respondemos.

Luego viene hacía mí y me da un corto beso en los labios y otro en la frente entregándome el hermoso ramo que en segundos llevo a mi nariz oliendo el rico aroma. Por último, saluda a mis padres que igual se acercaron a ver.

—Espero y no haya problemas con dejar salir a Kendi.

Mi padre va a responder, pero mi madre se adelanta.

—No, ninguno, nos alegra mucho que salgan juntos ya que ambos tienen la edad necesaria para ser responsables.

Sonrió.

Nos despedimos, dejo las rosas en un florero con agua y ambos salimos agarrados de la mano para ir hacia el auto. Pero antes de llegar el se detiene agarrando mis dos manos.

—Siempre estás hermosa pero hoy estás espectacular, te llevaré por todas las calles de la ciudad para que las personas miren lo hermosa que es mi novia.

—Gracias, aunque tú también estás perfecto hoy, bueno no solo hoy, siempre —le doy un corto beso en los labios.

Cuando lo miro veo labial en la esquina de su boca.

—Tienes labial —acerco mi mano para quitárselo, pero se aleja de mi ocasionando confusión en mi rostro.

—No, quítalo de otra manera.

La forma coqueta en como habla me hace reír.

—Quedara peor y no olvidemos que mis padres nos están viendo.

—Cierto.

Me da una sonrisa sincera mientras se va al auto.

—Espera —lo detengo antes de que llegue— dije que quedaría peor más nunca que no te lo quitaría.

Me acerco a el mientras se ríe.

—¿Y tus padres?

—También fueron jóvenes y lo entienden.

Cuando termino de hablar ya tengo sus labios junto a los míos moviéndose al mismo ritmo.

Adoro mucho a Carol y sin pensar ya es importante para mi.

—Vamos que se hace tarde —comenta.

Rato después me doy cuenta que se dirige a la misma pizzería a la cual fuimos Rose y yo. Sin embargo, no le cuento lo que me sucedió.

Minutos después llegamos.

Bajo con mi bolso y el rodea el auto para tomar mi mano y dirigirnos al lugar, que por cierto sigue estando en perfectas condiciones.

Cuando entro con Carol veo a pocas personas, nada comparado con la ocasión pasada.

¿También a intoxicado a mas personas la comida de aquí?

Carol no suelta mi mano mientras se dirige a una mesa alejada, muy bonito el espacio porque tiene hasta un balcón directo a la ciudad.

Me siento con el frente a mi, escuchando la música de fondo que hay.

Destino o CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora