Capitulo 8

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Cuándo salí de la universidad fui a la parada de autobuses para ir a casa de Rose.

Después de veinte minutos llegué, su casa es muy bonita, después de lo que le sucedió yo me quedé unos meses con ella por las pesadillas. Su mamá es enfermera y su papá contador, los señores Flein son adorables.

Tocó el timbre y abren la puerta con una sonrisa, sin duda Rosa, su madre.

—Buenas tardes —digo dándole un beso en la mejilla mientras me abre paso para entrar.

—Hola hija, ¿viniste a ver a Rose? —me pregunta mientras se dirige a la cocina y yo la sigo.

—Si, hoy no la vi por la escuela.

—Se despertó con dolor de cabeza y decidió no ir, durmió toda la mañana. Hace unas dos horas vino Marck y decidieron ir al cine —me da un vaso con jugo mientras ella sirve otro para ella.

—Le envié mensajes pero nunca respondió ¿algo está mal? —le pregunto y ella sonríe.

Toma un sorbo de jugo.

—Ken, ella y yo estuvimos platicando, hay algunas cosas que no están bien y está trabajando en ello, cuando esté preparada te lo dirá —dice mirándome.

—¿Usted sabe qué es? —pregunto con curiosidad.

—Si Ken, soy su madre y me doy cuenta cuando mi pequeña no está pasando por un buen momento.

Asiento, la entiendo porque se que mi madre hace lo mismo conmigo.

—No te preocupes, ha pasado por muchas cosas, esto no es nada comparado, estoy segura que cuando arregle lo que le atormenta no dudará en irte a contar.

No se que decirle, se que Rose ha pasado por mucho pero nunca me ha alejado de ella.

—Espero y así sea señora Flein.

Nunca la llamo por su nombre aunque ella muchas veces me ha dicho que lo haga, me siento cómoda llamándola por el apellido de su esposo.

—Asi será Ken —dice tomándose el jugo.

Yo hago lo mismo, después de terminar me levanto.

—¿Te quieres quedar para almorzar? —me pregunta.

—No muchas gracias, iré a casa con mamá, espero y no sé encuentre sola por mucho tiempo.

—No, Robert está por llegar —mira el reloj de la cocina — yo hoy terminé temprano mi turno.

—Que bueno, salude al señor Robert de mi parte.

Le sonrió dándole un beso de despedida. Voy hacia la puerta y ella me sigue.

—Kendall —me llama cuando doy un paso fuera de la casa.

—¿Si? —me giro para verla cerca de la puerta.

—Sea lo que sea que te diga Rose entiéndela, comprende sus razones, ella es buena chica, llevan años siendo mejores amigas y no quiero que eso cambie.

La miro confundida, quiero que me diga que es lo que realmente pasa pero se que no lo hará así que solo asiento.

—No se preocupe, nos vemos, cuando llegue dígale que estuve aquí.

Le sonrió y asiente.

Y con eso me voy más confundida que cuando llegué.

Voy a tomar un taxi para llegar más rápido. Mis padres me regalaron un coche, pero solo lo utilizo en situaciones especiales o cuando voy llegando tarde algún lugar.

Llego a casa y veo a mi madre con mi hermana  jugando Jenga en la sala.

—Buenas tardes.

—Buenas tardes cariño —me sonríe mi madre señalando el sofá.

Mi hermana está concentrada en el juego. Le doy un beso a cada una y me siento.

—¿Ya comerás hija?

—Aun no mami, sigan jugando, iré a cambiarme, bajaré para almorzar y jugar un rato con ustedes.

Me levanto para irme.

—También me contarás que es lo que te sucede.

A veces me sorprende lo mucho que mi madre sabe cuando algo no está bien, sin duda me recuerda a Rosa Flein, ambas son buenas amigas.

Le sonrió.

—Tal vez madre —le digo.

Subo las escaleras pensando en que ni siquiera se cómo me siento.

Me baño tardando unos 15 minutos, me pongo un shorts corto y una blusa de tirantes, peino mi cabello y bajo.

—Voy a comer, cuando termine voy a jugar con ustedes.

Las miro y mi hermana solo asiente sin quitar la mirada del juego, mi madre me mira y asiente.

—Come tranquila cariño, cocine pollo en ensalada —ella sabe que a mi padre y a mi nos encanta.

Sonrió mientras voy a la cocina.

Me siento y comienzo a comer disfrutando una de mis comidas favoritas.

Termino y después de lavar los platos voy con mi madre y hermana.

—Me voy a unir para quitar el estrés que tengo —digo a ambas.

—¿Un mal día en la escuela?—me pregunta mi madre.

—Si, no fue el viernes que yo esperaba

—Cariño, la vida es complicada y no siempre se ajusta a lo que queremos.

Le sonrió y asiento, yo amo a mi madre.

Destino o CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora