Veinte

158 25 28
                                    

Ya con el mutuo consentimiento de terminar con la absurda espera, dieron rienda suelta a lo que sentían

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ya con el mutuo consentimiento de terminar con la absurda espera, dieron rienda suelta a lo que sentían.

El beso comenzó suave, como una respuesta de amor a la nota que había dejado Emiliano meses atrás. No pasó mucho tiempo para que el beso se intensificara al punto en que la ropa mojada comenzó a molestarles.

Fue Dolores quien comenzó a desabotonar la camisa de Emiliano, y cuando lo tuvo en cueros, delineó cada curva de su abdomen como lo hizo la primera vez que vio su foto, solo que ya podía hacerlo con sus manos.

Emiliano la imitó, le quitó su sweater oversize con facilidad, y a diferencia de ella, admiró por primera vez su torso desnudo. Observó que una línea de tinta negra se asomaba curiosa por su costilla derecha. Ladeó un poco la cabeza para ver su tatuaje. Resiliencia.

—Dolly... ¿Y esto? —Emiliano acarició con su dedo el tatuaje—. No me dijiste que tenías tatuado lo mismo que yo.

—Porque no lo tenía, me lo hice después de conocerte. Vos me enseñaste que con perseverancia podés superar cualquier adversidad. Aunque pienses que sos un bruto que no terminó la secundaria, que no tenés un futuro asegurado, y que por eso no sos digno de mí, para mí sos un ejemplo a seguir. Y por eso te amo.

Emiliano le devoró la boca para concentrarse en el fuego que los iba a abrasar, y no llorar por lo que Dolores acababa de decirle. Se quitaron el resto de la ropa mojada hasta quedar solo con la ropa interior. Él la guio con cuidado hasta la alfombra nórdica de pelo largo frente al sofá, y la recostó con sumo cuidado, mientras no dejaba de besar cada centímetro de su rostro.

—Bonito, estás temblando —susurró Dolores sobre sus labios—. Vamos a la cama.

—No. Quiero que la primera vez sea mágica, para que nunca me olvides. La lluvia, los truenos, el viento golpeando la ventana, el parque de fondo... Y esta alfombra se me hizo muy apetecible.

Dolores manoteó como pudo el control remoto del aire acondicionado y encendió la calefacción. Emiliano estaba completamente mojado cuando lo encontró en la parada de colectivos, y no quería que se enfermara solo por regalarle un momento inolvidable.

Pero toda sensación térmica baja quedó en el olvido cuando finalmente fueron uno. Emiliano la trataba con una delicadeza que nunca había tenido Mauro en diez años de relación, pero a su vez mostraba una seguridad y hombría que tampoco conocía en su anterior relación.

Emiliano era el segundo hombre en su vida que probaba su miel.

En sus brazos, entendió que no hay que montar un set de pornografía para pasar una noche ardiente, y por primera vez, ella tuvo su momento de protagonismo. Instantes en los que Emiliano se entregaba a ella, para que llevara el control total. En una hora, descubrió mil y una posiciones para amar con el cuerpo a la otra persona, y es que Emiliano no quería perder detalle de Dolores. Llegaron a la cima al mismo tiempo, sentados frente a frente, con los ámbares clavados en los del otro, mezclando el aliento entre jadeos.

Recreos en el jardínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora