Doce

152 23 40
                                    

El ambiente era tenso dentro del ascensor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El ambiente era tenso dentro del ascensor. Mauro tenía las facciones endurecidas, y se notaba a leguas que quería decir un montón de cosas, pero no sabía por dónde empezar.

—Decile a tu masculinidad y a tu machismo retrógrada que no te engañé, yo no soy como vos. A Emiliano lo conocí el viernes, justo después de que me dejaras.

—Yo no dije nada... —se defendió.

—Vos no, pero tu cara de cuentas mentales sí.

—Tanto que me amabas... Y no esperaste ni una semana para revolcarte con otro —deslizó sarcástico.

—Ay... Al machito le duele que yo haya encontrado un hombre que valga la pena... —ironizó con voz infantil—. Al menos yo respeté la pareja, no como vos que vaya a saber hace cuánto tiempo estás con esa ordinaria. Si así les habla a los médicos que visita, no quisiera ser uno de ellos.

—Vos la provocaste, ella solo se defendió.

—¿Es en serio, Mauro? —bufó molesta—. ¿No escuchaste todo lo que me dijo? Mojigata, estúpida... Y lo más lamentable es que todos esos calificativos los debe haber aprendido de vos cuando le hablabas de mí. Sabía que mi mejor amiga era Aurora, o en sus palabras, «una vieja de setenta y pico de años».

—Yo no hablé de vos con ella —mintió—. No sé dónde averiguó todo eso.

—Ay, basta. Si te quedó una gota de cariño por mí, dejá de mentirme. Aunque lo dudo... Ni siquiera esperaste a que se enfríe mi lado de la cama que ya la metiste a tu departamento. Y te hacés el moralista —rezongó elevando los ojos.

El ascensor llegó a la planta baja, y al salir, el corazón de Dolores comenzó a galopar cuando vio a Emiliano apoyado en su auto mirando el celular, vistiendo el uniforme de la tienda de deportes. Afortunadamente, Mauro no lo había notado, estaba de espaldas a la calle cerrando el ascensor, por lo que aprovechó la oportunidad y se puso delante de él para que no lo viera.

—Loly... ¿No te parece que vas un poco rápido? Digo... Deberíamos pensarlo mejor, son muchos años juntos y...

—Eso es algo que tendrías que haber hecho vos antes de engañarme, y en el fondo te lo agradezco. Estuve pensando mucho estos días y... —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Dudo que alguna vez haya estado realmente enamorada de vos, creo que siempre confundí el cariño que te tenía cuando éramos amigos con el amor, y la costumbre hizo el resto del trabajo. Me dolió que me dejaras, pero lo superé demasiado rápido.

—Ya veo...

Y lo que estaba viendo, era a Emiliano recostado en el que alguna vez fue el auto que compartieron. Dolores giró la cabeza y suspiró resignada.

—Si te hace sentir mejor, somos amigos. No te voy a negar que hay mucha tensión sexual entre nosotros, pero vamos despacio. Y no te mentí, mirá su uniforme. Trabaja en la tienda de acá a la vuelta, nos conocimos el viernes pasado cuando me encontró llorando por vos en un perchero. Jamás te hubiera engañado, Mauro. Yo te amaba, pero hoy miró atrás y me doy cuenta que no estaba lo suficientemente enamorada de vos.

Recreos en el jardínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora