Capítulo 24: Deseo
2018
Era admirable como Robert logró sobrellevar la noche.
Kristen dejó caer los hombros; quizás había puesto demasiadas esperanzas en esa noche, después de todo no es tan fácil olvidar el pasado.
—Estás callada.
—Ahora mismo me pongo a soltar cada uno de mis pensamientos, no te preocupes.
—¿Qué te sucede? No ha ido tan mal.
Era inevitable encontrarse con Will y nadie dijo que iba a ser agradable. Nada de eso tenía que ver con Robert, pero desde el momento en que se cruzaron parecía que necesitaba mantener la distancia. Robert había establecido una fría distancia entre ellos, de modo que no quedaran dudas de la relación que tenían.
—¿Por qué te importa tanto lo que piensa la gente? Ellos no deciden tu vida y no es como si la fueran a estar en ella. Dejas que eso que eso dictamine cada decisión que tomas.
—¿Por qué estás gritando?
—¡No estoy gritando! —tomó una respiración profunda—. No estoy gritando.
Robert abrió la boca para decir algo y al cabo de un momento decidió que no era buena idea. No contradices a una mujer enojada, no si tienes instinto de supervivencia.
—¿Es que no podemos simplemente avanzar?
—Lo estamos haciendo.
—Pues no me lo parece.
El viaje fue corto, pese a ello no pudo evitar soltar un suspiro de alivio al ver su edificio.
—Lo he intentado, de veras que lo hice —quería quitarse los tacones y el maquillaje, la noche se llevó la mayor parte de su fuerza. Acurrucarse en la cama sonaba bien y no se negaría a un poco de chocolate. No estaba segura de tener helado en el refrigerador, esperaba que sí, eso serviría de momento. —A veces eres agotador, Robert.
—¿Qué significa eso?
—Hablamos mañana —sin nada más que decir se bajó del auto.
—Kristen.
—Ve a casa, Robert Miller.
Nada ni nadie la preparó para lo siguiente. Kristen estaba por subir las escaleras cuando unos dedos se envolvieron alrededor de su muñeca. La giraron con tal rapidez que solo pudo verificar que era Robert cuando se cernió sobre ella.
—¿Qué yo te canso? No te haces una idea de lo que es tenerte alrededor.
Kristen iba a replicar, tenía las palabras en la punta de la lengua y lo hubiera hecho de no ser porque él se inclinó y la beso. Era una mala idea, los dos estaban cansados, habían bebido y su última conversación no resultó bien. Estaba por alejarse cuando sintió sus manos sujetando ambos lados de su cara.
Ese beso estaba cargado por todas y cada una de las emociones que llevaban tiempo reteniendo. ¿No era así cómo eran las cosas entre ellos?
Teniendo en cuenta su historial era una mala idea dejarse llevar por sus sentimientos. Era una lección que aprendió a las malas. ¿Acaso no quedaba una gran hoguera cuando actuaba sin pensar?
Nada de eso importó. Kristen lo amaba más que nada y en cuestiones de amor le gustaba que sus actos hablarán por ella, por ello se dejó llevar. Subieron a trompicones por las escaleras, sin querer separarse.
Robert la tomó de la cintura y juntó sus cuerpos de manera que podía sentir cada dureza contra su piel suave. Su lengua la saboreaba y la provocaba. Él la estaba devorando. Sus manos bajaron hasta que abarcaron su trasero y sin disimulo lo apretó. Vaya profesor desvergonzado, ni más ni menos que enfrente de su puerta, en un pasillo donde cualquiera vecino que salga a tirar la basura los podía ver. Que gran espectáculo.
Dejó que bajara los tirantes de su vestido donde seguido fue cubierto por besos húmedos que no se detuvieron sino hasta el borde de su escote, donde el nacimiento de sus senos comenzaba. Kristen elevo la pierna izquierda y la envolvió en su cintura de modo que podría sentir su dureza justo donde lo quería.
Sin dejar de besarse Robert trató de meter la llave a ciegas, fallando más veces de las que acertó. Cuando la puerta se abrió estuvieron a punto de caer al suelo de no ser por los rápidos reflejos del profesor, quien se sostuvo del marco. Tan juntos como estaban se las ingeniaron para seguir con su manoseo en la entrada del apartamento de Kristen.
La cama no estaba tan lejos sino a tan solo unos pasos, pero les pareció una eternidad hasta que la espalda de Kristen dio contra el colchón con el peso de Robert encima. Piernas entrelazadas, manos que iban a todos lados, tratando de tocar la mayor cantidad de piel y sus lenguas que mantenían una guerra. Kristen lo empujó por los hombros hasta que fue ella quien estaba arriba. Él no se quejó. Por primera vez daban rienda suelta a los deseos que llevaban meses negando. Estaban deseosos por poseer al otro.
Robert bajo el vestido de su vestido hasta la cintura, descubrió con gran satisfacción que no traía sostén, tomó un pezón en su boca mientras que con su otra mano acariciaba su muslo. Kristen no se quedó atrás, tironeó del saco y su camisa, entre ellos no existía la paciencia. Sus manos y bocas parecían cubrir cada centímetro de piel que dejaban expuesta.
—Robert, por favor.
Cuando Robert sintió la humedad de Kristen por encima de sus bragas profirió un profundo gemido. Le acarició ligeramente el clítoris con el pulgar, luego de hacer un lado la tela de la ropa interior.
—Dios, estás tan mojada —murmuró él.
Kristen quiso decirle que no era un buen momento para nombrar a Dios, pero esos besos no hacían más que distraerla. El vestido estaba amontonado en su cintura. Robert se encontraba sin camisa, pero con los pantalones aún puestos. Sin demorarse, se quitó el cinturón y se bajó la cremallera. Demasiados ansiosos como para desvestirse, ya habría tiempo para eso después. Tenían toda la noche. Lo que trajera la mañana no era su preocupación actual.
Él la deseaba y eso era todo lo que importaba.
Robert sacó un preservativo que Kristen le quitó, rompió el paquete con sus dientes y lo ayudó a colocarlo. Cuando Robert la penetró los dos soltaron un gemido, no fue dulce, no fue lento, más bien rápido y duro. Dieron rienda suelta a su deseo, algo que llevaban tiempo deseando.
Faltaban horas para el amanecer, lo que sea que les esperaba al día siguiente tardarían en descubrirlo.
Kristen esperaba de todo corazón que esta vez las cosas no se fueran al carajo.
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Locuras de amor
RomanceEl profesor de economía de la universidad, Robert Miller, no sabia lo que le esperaba al conocer a la menor de las hermanas Queen. Kristen es un torbellino que pone de cabeza su estructurado mundo. Solo tiene dos opciones: se vuelve loco o se rinde...