Capítulo 7

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Capítulo 7: Un año

2018

Kristen por poco y termina de cara al suelo al chocar contra la mesera. Kiara no fue en su ayuda como esperaba sino que siguió bebiendo su café mientras revisaba su correo. Al llegar a la mesa deposito dos carpetas que estaban a rebosar de hojas sueltas.

Kiara levantó una ceja, inquisitiva. Esa iba a ser la primera vez que se lo diría a una persona que no fueran Frank o Lisa, estaba nerviosa por cómo lo tomaría. Por fin sentía que su vida comenzaba a encaminarse y uno de sus principales objetivos era hacer las paces con el pasado.

La mayor de las hermanas espero con paciencia, no dio muestras de saber hacía donde iba la conversación.

—¿Te acuerdas del curso que hice? —Hojeo el menú sin atreverse a hacer contacto visual—. Me gustó mucho y pensé que... tal vez...

—Vas a seguir estudiando —afirmó—, de hecho, ya comenzaste.

—No se te escapa nada. Organización de eventos. Todo comenzó con este curso de Wedding Planner, fue increíble.

Una vez que comenzó a hablar ya no pudo detenerse. Le contó sobre las materias que cursaba, sobre los proyectos y sobre lo que quería conseguir al terminar.

—Para alguien que estuvo a punto de casarse supongo que está bien.

Golpe bajo. Kristen se hizo para atrás formando un puchero de forma involuntaria. Era sencillo volver a sentirse como una niña cuando estaba con Kiara.

—¿Aún estás molesta?

—No tengo motivos para estarlo. Con quién deberías hablar de esto es con Will.

—No contesta mis llamadas y al parecer estoy en la lista negra, porque cada que voy a su trabajo me sacan sin miramientos.

Disculparse con la familia de Will tampoco había sido fácil y no es como si la hubieran perdonado, simplemente dijeron que se alegraban de como terminaron las cosas. El mensaje fue claro: Kristen no era bienvenida en esa familia.

—Deja de ir a su trabajo —sermoneo Kiara—. No es un tema que puedas tratar durante la hora del almuerzo.

—Lo siento.

Al final resultó que era muy buena para arruinar las cosas.

—Sigue insistiendo. Es un hombre testarudo, como la mayoría.

No podía estar más de acuerdo. Eran los hombres los que eran incomprensibles y un dolor de cabeza.

—¿Y si nunca me perdona? —Divago con el pensamiento en otra persona—. Me odia y no lo culpo.

Kiara dejó su iPhone, de modo que ya no podía escapar de su mirada escrutadora. Hacía lo mismo desde que era una niña, daba la impresión de poder leer la mente de las personas. Era la misma mirada que daba su padre cuando alguno de sus hijos hacía una travesura. Kristen, por otro lado, se parecía más a su madre, una mujer alegre y un tanto despistada. Solían decirle que ellas eran de las mujeres que actuaban antes de pensar bien las cosas. En resumen, dejaban que sus emociones las guiaran.

—¿En qué estás trabajando ahora? —preguntó con rapidez.

Pareció meditar durante unos segundos, pero la dejó salirse con la suya.

—Un apartamento que no esperarías que fuera de un deportista.

Eso atrajo el interés de Kristen, aunque solo preguntó para distraer a su hermana, en realidad le interesaba saber quién era ese deportista.

Locuras de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora