Capítulo 29: El día de la boda
Kristen reacomodo los arreglos florales una vez más; sabía que hacer todo el trabajo sola iba a ser duro, sin embargo, no considero que tanto. Una sonrisa afloro en sus labios al ver el avance, no era una boda grande, de hecho solo instalo dos mesas grandes para los invitados y tal vez sobraran asientos. Los arreglos florales ocupaban el largo de la mesa, unos hermosos tulipanes que, esperaba, durarán toda la velada.
Desde donde estaba podía ver a la nerviosa novia mirando por la ventana, fue una suerte que decidiera usar el vestido de su madre. En cuanto terminara su primer trabajo debía buscar un diseñador de confianza para recomendar a las novias indecisas. El catering fue otro gran desafío, si bien tenía varios reposteros en mente, la novia deseaba algo muy suyo, que fuera solo para su boda.
—Señorita, tenemos un problema con el padrino del novio —forzó una sonrisa antes de girarse hacia Sofía, la prima de la novia—, al parecer se fugó con la madre de Rick. Lory va a estar devastada.
—No te preocupes, me encargaré de eso.
Inconvenientes, eran simples inconvenientes que pasaban en todas las bodas y que no sabía cómo resolver. Fingiendo un poco de la seguridad que su hermana tenía fue a ver al novio, para fortuna aún no se enteró de que su mejor amigo escapó con su madre. Calmo un poco sus nervios, optando por no soltar la bomba hasta que la ceremonia concluyera, después de todo tenía la esperanza de que la mujer regresara a sus cabales.
Llegada la hora de la celebración acompañó a la novia hasta el comienzo de la capilla improvisada que preparó, debajo del arco de flores la esperaba un nervioso novio. Halago una vez más a la novia y fue a tomar su puesto para supervisar todo.
***
Robert
Iba a morir o estrellarse, pero no fue capaz de bajar la velocidad a la que conducía; el temor de llegar demasiado tarde lo hacía temerario. Se detuvo solo para cargar gasolina, tardando menos del tiempo necesario.
Al llegar al pueblo pensó que no tendría problemas en encontrar la dichosa boda, sin embargo, la gente lo miraba con recelo. Pregunto a la dueña de la florería, la mujer le sonrió con amabilidad y procedió a ofrecerle una variedad de flores.
—Naranjos —le mostró un pequeño árbol en una maceta.
—No, gracias. Podría...
—Gardenias, para la segunda esposa.
—No quiero comprar, solo quiero...
—Lirio, honor. ¿No? Una amapola, para recordar un amor —la mujer negó con la cabeza—, tal vez rosas.
Sabiendo que no sacaría nada intentó irse, pero la mujer con rasgos asiáticos se puso en su camino con otras dos macetas más. Comprendió que apenas entendía el idioma.
—No quiero flores.
—¿Querer un clavel? Revolución.
Negó con la cabeza a la vez que intentaba rodearla, la mujer siguió sus pasos.
—Manzano, ¿mejor? Lirio, dos por uno.
—Que no deseo comprar flores solo quiero saber en dónde se realiza la boda del tal Rick. Me está haciendo perder el tiempo.
—¿Rábano? ¿Solidago? Gran variedad de plantas y flores —señaló con sus manos su local repleto de verde.
—¡Bien, comprare todo! Solo déjeme salir.
—¿En efectivo o con tarjeta? —preguntó con un excelente inglés. Robert, descolocado, dejó todo el efectivo de su cartera sobre la caja, a lo que la mujer sonrió más que feliz.
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Locuras de amor
RomanceEl profesor de economía de la universidad, Robert Miller, no sabia lo que le esperaba al conocer a la menor de las hermanas Queen. Kristen es un torbellino que pone de cabeza su estructurado mundo. Solo tiene dos opciones: se vuelve loco o se rinde...