Capítulo 18

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Capítulo 18: Trabajo ideal

2017

Kristen llegaba veinte minutos tarde, eso de la puntualidad nunca fue su fuerte. Robert, en cambio, debió de haber llegado con minutos de sobra. Estaba sentado de espaldas a la puerta por lo que no la vio llegar.

Sus tacones debieron de haberla delatado, pero él estaba tan concentrado en el periódico que no le dio importancia. Kristen lo abrazó por detrás y apoyó su barbilla en su hombro para poder mirarlo. Robert se sobresaltó derramando parte de su café.

—Kristen —reprocho.

—Ya, ya. Solo era un saludo.

Apenas tomó asiento colocó un folleto frente a la cara de Robert.

—Entonces, ¿es definitivo?

La idea de mudarse la entusiasmaba como la entristecía, en esos meses le tomó cariño a Frank. Iba a extrañar despertar con el peso de Manzana y de Limón sobre su pecho casi asfixiándola. Y los ladridos cuando pasaba el cartero.

—¿Crees que estará bien?

—Ha vivido solo casi toda su vida, apuesto a que ni se dará cuenta que no estás.

—Que gracioso eres, Robert Miller. Casi se siente como si lo estuviera abandonando, pero quiero vivir por mi cuenta. Quiero tener que preocuparme por las facturas, aprender a manejar mejor mi dinero.

Era cierto que Frank no era la persona más conversadora y que sus pasatiempos favoritos consistían en gritarle al televisor o quejarse de prácticamente todo, pero se convirtió en un gran amigo. Casi un abuelo. El abuelo que ves una vez al año por obligación.

Robert tomó la barbilla de Kristen entre su dedo índice y pulgar, de manera que no pudiera esquivar su mirada.

—Va a estar bien —dijo con seguridad—. Además, no vas a abandonarlo. Eres incapaz de abandonar a alguien que quieres, Kristen. Nos aseguraremos de ir a visitarlo aunque no nos quiera en casa.

La confianza que Robert le tenía era aterradora y se sentía más como una carga que otra cosa. Kristen intentó sonreír.

—¿Vas a acompañarme a ver los apartamentos?

—Tengo que asegurarme de que no te engañen o aceptes el primer lugar.

—Tampoco soy tan irresponsable.

—Eres muy responsable con tu trabajo.

Sin importar los meses que llevaba trabajando en el supermercado seguía enrojeciendo cada que una persona la reconocía sin el traje de trabajo. Por suerte ese día le tocaba lavandería, lo que le dejaba la tarde libre.

—Es un trabajo honesto.

—No dije lo contrario. Lo mejor de todo es que lo haces de maravilla.

—Deja de reírte.

—No me estoy riendo —negó con descaro.

Los primeros tres lugares que visitaron estaban fuera del presupuesto de Kristen, los que sí entraron quedaban en un barrio peligroso, según Robert. Pasaron toda la tarde recorriendo todos los apartamentos disponibles y no todos eran como en las fotos. «Publicidad engañosa».

—Podrías rentarme la habitación que utilizas como despacho —bromeo para ocultar su decepción—. Como en los viejos tiempos. Prometo tallarte la espalda cuando lo necesites.

—Encontrarás un buen lugar, no seas impaciente.

Y tenía razón. Una semana después encontró el lugar perfecto. Su perfecta caja de zapatos, porque era pequeña. Esa noche después de firmar el contrato y pagar el depósito, se sentaron en el piso a comer pizza.

—¿Debería buscar otro trabajo o esperar a tener un ascenso? Ahora tengo que poner en mi currículo.

Resultaba gracioso ver al profesor sentado en un estudio vacío y comer comida chatarra, todo en traje.

—¿Qué pusiste antes de conseguir trabajo en el supermercado?

A decir verdad, se había presentado sin currículo, vistiendo un andrajoso vestido de novia y una desesperada expresión. Pero no lo dijo.

—Detalle mis conocimientos en maquillaje, moda, como poner una mesa y...

Kristen se detuvo al escuchar a Robert reír de manera exagerada.

—¿Qué trabajo esperabas conseguir con eso?

—Hey.

Robert se destornillaba de risa.

—No es gracioso. Para ya.

—Si quieres cambiar de trabajo —dijo entre risas— puedo recomendarte. Conozco a personas que podrían estar interesadas.

La esperanza brilló en sus ojos.

—¿En serio? Te voy a mandar mi CV.

—Tengo la foto perfecta —después de buscar en su galería le mostró la foto. Kristen en el disfraz imitando a un perro que caminaba en dos patas para hacer reír a una familia. —Un compañero necesita a un animador para la fiesta de su hijo, serias perfecta para el trabajo.

Esa foto no debería de existir. Kristen se preguntó si tenía más fotos suyas vergonzosas, destruir ese teléfono era primordial.

—Nada de esto es gracioso. Borra esa foto.

Kristen se abalanzó por el teléfono. Robert apenas tuvo tiempo de alejarlo antes de aterrizar sobre su espalda. Los dos soltaron un quejido debido al impacto.

—Mi espalda. Kristen me estas aplastando.

Kristen apoyó las manos en el pecho de él para levantarse lo suficiente como para verlo, su cabello cayó sobre ellos como una cortina. Estaban tan cerca que solo bastaba que uno girara la cabeza para que se besaran. Robert también se dio cuenta de ello.

—Se supone que ahora tienes que besarme —medio bromeó.

—No juegues con eso.

—¿Eso es un no?

Locuras de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora