DÍA TRES

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El día no se acaba, hasta que no se acaba... no cantes victoria antes de tiempo.

Hoy me levanté con el pie izquierdo. Me dolía cada parte de mi cuerpo, además de que no había dormido muy bien. Una cosa es tener una pesadilla, pero dos en la misma noche, deja de ser "una cosa" para transformarse en "una tortura".

La primera, que me atormenta tanto cada noche que estoy aprendiendo a controlar, es el arma en manos de mi padre y el sonido del disparo.

La segunda, fue una nueva. Y a qué no adivinas con quién. Sí, con la Mansión Ken. ¿Pero qué diablos me pasaba? Soñé que entraba de puntillas a un lugar, y de repente, apareció Christian y me metió un tiro.

Ok, ya sé que me pasa. Estoy traumatizada desde la infancia e intimidada por Christian y su mansión. Eso, y que estoy loca.

Pero bueno, esa fue mi mañana. Pasé todo el día aterrada por la idea de que algún integrante de la mansión se chocara "accidentalmente" en mi camino. Pero no, sobreviví sin necesidad de recurrir a mi 911 mental.

Hoy es viernes, y cada dos semanas, las 15 chicas que estamos en la fraternidad nos reunimos en un mini club de lectura a debatir un libro.

Bueno, yo solo hago acto de presencia y anotaciones. Como les dije, quiero ser editora, y siempre he pensado que el primer paso para el éxito publicitario, es pensar como el público.

Estamos todas en la sala de nuestra "casa". Me gustaría pensar en nosotras como el Ravenclaw de Hogwarts. La verdad, todas las que pertenecemos a esta fraternidad tenemos notas excelentes.

El libro de hoy es de terror. Mala idea la de ellas debatir un libro terrorífico, a las 10 p.m., una noche con relámpagos. Muy mala idea. Hasta yo estoy medio erizada.

Bueno, si ya de por sí teníamos la piel de gallina, imagínense cuando sonaron tres fuertes toques contra la puerta. Creo que a todas nos salieron las plumas, y algunas, pusieron hasta huevos de seguro.

Los gritos son insoportables.

- ¡AAAAAH! ¡Vamos a morir! -dice Stayse, tiene cara de espanto.

- ¡Soy muy joven para esto! ¡No conseguí ni siquiera mi primera rebaja en las prácticas! -lloriquea Lorena.

Están todas unas arriba de las otras. Yo por suerte estaba alejada y ahora me escondo detrás de una silla.

Espera. ¿En qué momento me puse aquí?

- Voy a abrir -dice una no muy segura Penélope. Será una gilipollas, pero es buena líder.

- ¡NO! -gritan todas al unísono, pero es muy tarde, ya Penélope abrió.

Y tipo película, en el preciso momento que abre, cae un relámpago, y la figura de un hombre queda marcada en el suelo por su sombra.

- ¡AAAAAAH! -esta vez, gritamos todas. Penélope se mandó a correr y está detrás del sofá.

- Disculpen la molestia señoritas -dice el hombre misterioso.

Sólo que en el instante que habla deja de ser misterioso para mí.

- ¡Hey! Nos asustaste -le digo al guardaespaldas de la Mansión Ken.

¿Recuerdas que ahorita estaba aterrorizada? Pues creo que preferiría al vampiro que me iba a chupar la sangre.

- Por órdenes de los señores de la fraternidad, tuve que venir a estas horas. Lo lamento -el grupo está confundido. Incluso Lorena, que lo conoce, tiene cara rara.

- Tú dirás.

- Los señores de la Fraternidad "Ken" - todas las chicas dejan de respirar- tienen tres recados. El primero, el señor Matthew se quedó preocupado en como la señorita Scott se fue ayer, quiere saber si está bien -si no lo hubiera visto en otra faceta, me parecería un lacayo bien educado.

- Dígale a Matthew que me encuentro bien.

- La segunda, es también para usted señorita Scott -camina hacia mi y me entrega una bolsita súper chula- se lo manda el señor R.D.E.

Instintivamente, en el instante que cojo la bolsa me la pego al oído. Uf, no es una bomba. Menos mal, porque no sé nada de pirotecnia.

- La tercera, es para todas las señoritas de la casa -silencio sepulcral-: Habéis sido invitadas a una pijamada exclusiva entre su fraternidad y la fraternidad Ken, mañana, a partir de las 9p.m. Los señores insisten en recordar que si no asisten las 15, no podrá ir ninguna. Buenas noches.

Y cierra la puerta.

Y todas estamos en shock. No, shock es poco, el estado que le sigue a shock. Como diría Lorena: súper hiper mega ultra shock.

Ellas deben estar procesando la noticia. Yo estoy procesando la trampa que me acaban de tender. Y sí, pensarás que me puedo rehusar a ir, solo que te recuerdo que si lo hago, me llevarán cargadas estas 14 mujeres que ahora mismo deben tener las hormonas por los aires de tan solo imaginarse mañana en esa Mansión. Y créanme, las hormonas tienen poder.

Aprovechando su estado, subo corriendo las escaleras y me tranco en mi cuarto. Tengo dos opciones, o no voy mañana y me matan mis compañeras, o voy mañana y postergo un día más mi plan de mantenerme completamente alejada de la Mansión.

Y para colmo de los colmos, una pijamada. Como si no fuera bastante malo visitar el lugar, ahora también tengo que dormir ahí.

Entonces, me doy cuenta que no he revisado el paquete entregado de Christian. Lo abro despacio, porque ese chico tiene dinero como para que sea una bomba y no haga tic tac.

Adentro hay una cajita y una hoja de dedicatoria. Me siento en mi cama y leo:

Para la Señorita Alicia Scott, esperando que perdone mi atrevimiento en la noche de ayer y encuentre de su agrado este regalo.
Atentamente, R.D.E.

Este es como el guardaespaldas. Tiene doble personalidad, y si quiere hacer de bueno, gana el Óscar.

Tiene una caligrafía muy linda. Me da vergüenza comparada con mis garabatos que solo yo entiendo.

Bueno, vamos a ver que tiene esta cajita misteriosa....

- ¡Aww! -eso y un suspiro es mi reacción al abrir la caja. Incluso creo que se me aguaron un poco los ojos.

Dentro, hay un anillo y unos pendientes. Lucen sencillos, aunque de oro. Los pendientes tienen uno forma de A y otro de S. El anillo, tiene un detalle en forma de corazón.

¡Ese jodido Christian!

Cuando se comporta como idiota, se gana el premio mayor... pero este es el detalle más lindo que han tenido conmigo en mi vida, tengo que reconocerlo.

Cojo mi celular y le escribo.

Yo: Te esmeraste ladronzuelo, te esmeraste de veras.

Como si estuviera esperando el mensaje, responde al segundo.

Él: Cuando quiero, puedo ser un príncipe. No tengo ni que preguntarte si te gustó...

Yo: Gracias, en serio. Es muy bonito.

Él: Lo sé, igual que quien te lo regala.

Y aquí está el idiota otra vez...

Él: Hasta mañana, mi víctima Principessa.

¿Mañana?

Oh sí, mañana. Ugh, apuesto a que la idea de la pijamada fue un plan de él. Pero por primera vez, no estoy tan enojada.

El regalo que me dio de veras me ha llegado al alma.

Yo: Lamentablemente, príncipe ladronzuelo.

A lo mejor no debí caer tan fácil en la belleza del regalo... pero no me pueden culpar. Está muy lindo.

30 Días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora