DÍA VEINTINUEVE

20 1 0
                                    

Revelar todas las verdades aunque suele ser abrumador, es necesario.

¿Dónde carajos estoy? Es lo primero que pienso al abrir los ojos.

He visto miles de películas y leído millones de historias, donde algún protagonista termina amarrado en una silla en la oscuridad. Pero la verdad, nunca quise que ese escenario me ocurriera a mi.

¿Miedo? No tengo. Y eso de cierta forma me descoloca un poco. Me siento... liviana. Pasiva. Y no entiendo nada. ¿Dónde está Christian?

Lo último que recuerdo fue haber ido a buscarlo. Luego todo es negro, una sensación que en los últimos días he pasado más de los que me gustaría.

-Vaya, al fin la Bella Durmiente se ha dignado a abrir los ojos.

No. No, no y no. No puede ser. Me niego. ¿¡Y por qué estoy tan calmada!?

Su voz fue como activar un recuerdo del pasado que tanto he intentado desconectar. Siento sus pasos caminando hacia mí. No quiero levantar la mirada.

Lo noto agacharse quedando frente a frente conmigo, y me da asco.

-Buenos días niña hermosa.

Quiero gritarle, quiero empujarle. Quiero correr. Pero es como si mi cuerpo estuviera desconectado de mi mente. Asumo que se deba al shock, pero no quiero estar así.

-Eres tan preciosa como alguna vez lo fue tu madre-su tacto en mi mejilla quema, y me despierta del silencio.

-Si tu frase vino con un fue es por tu maldita culpa, quita tus asquerosas manos de mí -susurro lo suficientemente alto.

Y él comienza a reír. Tengo ganas de vomitar. El hombre canalla pero guapo que había en mis recuerdos, ha sido reemplazado por un viejo estúpido y horrible.

-Que carácter, en eso te pareces a mi sin dudas-se burla.

-Yo jamás me parecería a ti en nada-bufo malhumorada.

-Alicia... los genes no son algo contra lo que puedas luchar hermosa-vuelve a tomar mi rostro, pero esta vez me remuevo para soltarme, por lo que aprieta su agarre-. No forcejees tesoro, no vale la pena.

Y me sonríe. Su mal aliento amenaza con querer matarme. Y sus dientes parecen haber sido amarillos toda la vida.

-¿Cómo?-pregunto y me mira desconcertado-¿Cómo carajos me encontraste?

-¡Vaya Alicia! A lo mejor deba enseñarte a cuidar tus malas palabras.

Ahora soy yo la que río sin gracia.

-El papel de padre, lo mandaste a la mierda hace mucho. Respondeme-es mi respuesta.

Él enmarca una ceja, algo divertido. Acerca una silla y se sienta frente a mí. En el proceso, su camisa sube un poco, revelando un arma. Trago grueso.

-Me duele cuando una persona subestima a otra. El hecho de que el principito te haya traído hacia acá para protegerte, no fue más que una pieza del plan Alicia-me dice.

Vuelvo a recordar a Christian.

-¿Qué le hiciste?- pregunto con temor. Si Christian no regresó, es porque él tuvo algo que ver.

No tengo pruebas pero tampoco dudas.

-¿Al principito?-asiento-. Mandarlo a un largo sueño.

Mis ojos se cristalizan al momento y un "no.." sale de mis labios.

-Oh, tranquila, no ese dormir-explica con diversión, y yo suspiro con alivio-. Es bastante curioso que el deseo de Martha se hiciera realidad-dice, como si estuviera perdido en sus pensamientos.

30 Días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora