DÍA QUINCE

101 55 52
                                    

Destruye, quema, mata, obsesiona...
Apoya, cuida, encanta, complace...
¿Qué es?

Protestando conmigo misma, abro lentamente los ojos. Odio con todas las fuerzas de mi ser tener que levantarme.

El otro lado de la cama está desocupado. Ugh, yo quería volverlo a ver dormido. Se veía tan tranquilo y angelical y guapo. Bueno, para lo último lo puedo ver disfrazado hasta de demonio, que nadie se lo quita.

Me levanto y me miro en el espejo. Mis ojos se abren como platos. ¡Por dios!

Mi pelo está hecho un jodido desastre. Mi blusa tiene un tirante roto. Y tengo un chupón bien notable en el cuello. ¡Me las va a pagar!

Odio los chupones. Pero ya verá, se va a arrepentir de haber marcado territorio.

Entonces, caigo en cuenta de que ya yo ayer bajé así, en este estado de indigente. Que vergüenza. Menos mal que casi nadie estaba despierto.

Busco por la habitación y me pongo un pullover de él. Mierda, que bien huele. Me queda un poco grande, lo que hace que me vea muy bien. Pero bueno, no voy a tentar al diablo, así que me pongo mis pantalones. Aclaro, ayer si me los puse para bajar, no estoy tan loca.

Luego de soltarme y arreglar el pelo para que cubra el chupón, salgo de la habitación.

En la sala, está Lorena bien aeróbica roncando en su más profundo sueño. Humm, si a estos chicos les da por sacar el karma, le tiran una foto así y la pueden chantajear toda la vida.

Me acerco y la acomodo un poco. Ni se entera.

Voy a la cocina, pero antes de entrar escucho voces. Y como buena chismosa que soy, me quedo escuchando.

-Mierda, la cabeza se me quiere salir del cuerpo- comenta Ross, recordándome que no tengo ni rastro de resaca. Que raro.

-Yo dormí re mal en el puto sofá. Para la próxima, que alguien me despierte por favor-dice Richard.

-¡Hey! No me mires así, que yo ni estaba. Además, no soy tu niñero- le responde Christian.

-¡Que va! Claro que no estabas. Si de eso nos enteramos todos. Tus sentidos estaban concentrados en otra cosa. O bueno, otra persona-comenta Jean entre risitas.

-¡Oh sí! Eso me recuerda... no sabemos quién ganó la apuesta-dice Matthew.

-¿Qué apuesta?-pregunta Christian.

-Ross apostó a que Alicia era buena en el sexo. Los demás apostamos a que era torpe y la tendrías que manejar. 500 dólares, hay que sacar dinero de esas malditas cuentas-le responde Richard. Yo abro mi boca indignada. ¡Que asquerosos! Jodidamente millonarios, ¡pero asquerosos!

-Hasta Lorena hubiera apostado conmigo si tuviera los fondos-dice Ross. Ay Lorena, me las pagas. Menos mal que apostaste a mi favor.

-Pero bueno, ¿sacamos o ganamos plata?-pregunta Jean. Otro traidor.

Aunque la verdad, yo me quedo esperando la respuesta también como si mis 500 dólares estuvieran en juego.

-Lo siento por tu tarjeta Ross...- dice Christian.

¿¡COMO SE ATREVE!?

-...pero va a sobrepasar el límite. La capacidad de Alicia sobrepasa unos simples 500 doláres. Y ya no digo nada más-termina de responder.

Se salvó.

-¿En serio folla bien?-pregunta Richard.

-Tío, no hables así vale. Y ya dije que no doy más detalles. No es de su incumbencia- le responde Christian.

30 Días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora