Nuevamente no pudo soportar más el peso del recuerdo. Entre jadeos acarició su cuerpo lentamente, mantenía los ojos cerrados intentando imaginar que esas manos que la tocaban eran de ella. Sus dedos acariciaron uno de sus pechos subiendo hasta su cuello. Rozó sus labios con las yemas de sus dedos para luego introducirlos en su boca, los lamio ensimismada en sus pensamientos, deseosa de tenerla nuevamente entre sus brazos. Los mordió levemente mientras que su otra mano recorría el camino contrario. Bajó por entre sus pechos y sus costillas, notando como su torso se movía producto de su acelerada respiración. Acarició los huesos de sus caderas y sus muslos interiores hasta finalmente llegar a su entrepierna apretando la tela que la cubría. Su otra mano bajó a unirse a esas intensas caricias. Recordaba su piel, sus labios y sus ojos color miel. Quería que la besara, que lamiera su cuerpo, que la apretara y mordiera como lo había hecho aquella vez. Oprimió su mano alrededor de su muslo izquierdo mientras que la otra rozaba con movimientos circulares aquel pequeño manojo de nervios. Se escapó entre sus labios un suspiro sintiendo cómo su cuerpo se calentaba con cada roce. Sus rodillas se apretaban entre ellas tratando de contener ese ardiente fulgor en su intimidad. Abrió su boca tratando de respirar, su espalda se arqueó e introdujo finalmente sus dedos en aquella húmeda cavidad. Recordó ese cuerpo sudoroso que se movía rápido contra ella, la embestía mientras mantenía sus ojos cerrados jadeando entrecortadamente, su propio cuerpo se movía producto de esas fuertes caderas que chocaban con su piel. Movió aceleradamente sus dedos tratando de satisfacer su incontrolable excitación, estaba empezando a sudar, sus gemidos ya no los podía contener más, su mano acudió a cubrir su boca con temor a ser escuchada.
Un fuerte ruido de algo cayendo en la madera a los pies del futón la interrumpió haciéndola salta de susto.
Se asomó un poco entre sus sabanas para ver que había caído. Era su máscara. Al parecer se deslizó de su posición producto del movimiento de su cama.
Se dejó caer de espaldas mirando el cielo falso de su cuarto unos segundos. Finalmente contrajo su rostro en una mueca de incomodidad y retiró sus dedos para limpiarlos, había perdido las ganas de seguir al darse cuenta de la realidad.
No tenía a Mary Saotome junto a ella.
Se dispuso a levantarse acomodando su bata. Caminando sin ganas ordenó su cabello y se miró en el espejo notando una mirada cansada de la chica que se le mostraba. Suspiró.
"Se ofreció para ser tu guardaespaldas en vez de Midari Ikishima..."
Hoy sería su primer día junto a aquella chica.
No estaba lista.
Su hermana le había avisado ayer del cambio repentino de su guardaespaldas. No quería tener que mirarla y menos después de lo que acababa de hacer. Su única esperanza era aquella máscara sonriente en el suelo. La recogió mirándola sin mucho interés, su cabeza solo pensaba en cómo conservar la calma durante todo los día de ahora en adelante.
De pronto una rabia se apoderó de ella y apretó el objeto entre sus manos con ganas de romperlo ¿Por qué tenía que ser tan cobarde? ¿Por qué no le habló desde un principio? Si se hubiese empezado a comunicar con ella hace dos años quizás esto no estaría pasando.
O quizás sí. No lo sabía.
Pero eso ya no importaba. Tenía que aceptar la realidad y resignarse al camino que había elegido.
Tenía a un bebé en su vientre que debía cuidar, su hijo. De ella y de Mary. Tenía que ser fuerte.
Con esto en mente se vistió para luego arrastrar un taburete al espejo sentándose a cepillar su largo cabello, se miró detenidamente para limpiar su rostro y ordenar correctamente su vestuario. Finalmente desarmó su cama retirando las frazadas y almohadas. Hoy las sirvientas debían hacer cambio de sabanas. Hecho esto, tomó su máscara mirándola nuevamente.
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Te amo, a pesar de todo | Omegaverse
Lãng mạnRirika y Kirari son dos hermanas gemelas y dueñas de Japón. Ambas se ven envueltas en una situación que las llevará a tomar una decisión que cambiará por completo sus vidas. Tener un heredero. Para ello deberán engañar y manipular a otros, para que...