Sayaka y Yumeko ya no sabían que más hacer. El palacio se había trasformado en un espacio silencioso, lleno de tensión, murmullos entre los empleados, todos incapaces de comprender lo que había pasado. Parecía un limbo donde se esperaba el juicio de cada uno de los involucrados en lo sucedido.
Habían trascurrido tres semanas desde aquello.
Ririka seguía inconsciente. Gracias al nuevo descubrimiento de Sumeragi ella seguía con vida. Las intravenosas, el suero, la sangre, las cuidadosas intervenciones de la doctora la mantenían aun con pulso. Ririka parecía dormida en un profundo sueño. Delgada, pálida, con su largo y fino cabello esparcido por la camilla.
Muchos de los habitantes y empleados, al enterarse de la tragedia, acudían a la enfermería para verla. Lloraban desconsolados, empatizando con el dolor insoportable que debió sentir la joven princesa. Oraban por ella y su hija, oraban para que Mary reapareciera como la heroína que siempre vieron en ella y salvara a su familia. Oraban para que el cuento de hadas acabara en felicidad.
Porque no podían hacer nada más. El miedo a la reina era superior a todo. Temían por sus vidas si intentaban algo, si intentaban encontrar a la pequeña Mako.
Mary seguía en el calabozo. Sus alaridos de dolor solo podían ser escuchados desde fuera. A nadie se le permitía verla, no recibía visitas, no podía salir, no podía ver la luz del sol. Mary permanecía encerrada en una vieja casona, antigua, de una madera oscura y gastada siendo resguardada por una docena de samuráis por orden de la reina. Todos los días tenía alguna sesión de golpes y azotes.
¿Cuál era su condena?
Desafiar a la reina reiteradas veces.
Haberla visto a los ojos.
Mirarla con odio.
Intentar atentar contra su vida.
Perfectamente pudieron haberla asesinado, condenándola a muerte ese mismo día. Pero no.
La reina ordenó su tortura con tiempo indefinido. Obligada a permanecer en el calabozo día y noche, sin la posibilidad de ver a su pobre amante la cual seguía inconsciente en la enfermería.
Yumeko intentó usar su apellido para entrar a verla, intentar ayudarla, darle fuerzas, pero se lo negaron. Ni siendo una samurái ni miembro del apellido Bami le permitió acceder al calabozo. Los únicos que podían entrar eran los guerreros que la torturaban y una sirvienta que llevaba la comida. La joven describía de ella una imagen lamentable. Decía que Mary siempre estaba tirada en el suelo, con las ropas sucias, destruidas, la piel manchada de sangre y heridas, los ojos muertos mirando algun punto en el horizonte. Le habían arrebatado todas sus armas, sus prendas, sus cosas. Lo único que no fueron capaz de quitarle fue un collar de oro que protegía con su vida. Por más que intentaron arrebatárselo, Mary luchó con patadas, mordidas, recibiendo golpes y resistiéndolos. Nadie pudo de quitarle el collar, así que se resignaron a dejárselo. La sirvienta contaba que siempre estaba sosteniendo en su mano el colgante, era lo único que parecía mantenerla cuerda.
Sayaka y Yumeko se lamentaban por todo queriendo hacer algo más, pero no podían ir más allá de visitar a Ririka en la enfermería junto a sus fieles seguidores. Sayaka observaba con los ojos llenos de lágrimas cómo niños y mujeres le llevaban flores a la princesa. La llamaban la princesa durmiente, siempre hablándole y deseándole una pronta recuperación.
Los niños habían creado una historia de amor alrededor de toda esta situación. Decían que cuando Mary volviese de su odisea despertaría a Ririka con un beso de amor verdadero y ambas emprenderían la marcha al pais lejano a recuperar a la princesa Mako.
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Te amo, a pesar de todo | Omegaverse
RomanceRirika y Kirari son dos hermanas gemelas y dueñas de Japón. Ambas se ven envueltas en una situación que las llevará a tomar una decisión que cambiará por completo sus vidas. Tener un heredero. Para ello deberán engañar y manipular a otros, para que...