Mako Momobami

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Despertaron cómodamente abrazadas, bastante temprano por la mañana. Se besaron listas para comenzar un nuevo día juntas, había mucho trabajo que hacer. Organizar las nuevas demandas urbanas del país, Japón cada vez crecía más y aquel plan regulador propuesto por Ririka había ido como anillo al dedo para este momento tan importante en la historia de la nación.

Se levantaron de la cama con la idea de vestirse rápidamente, sabían que dormir las dos juntas no estaba bien, no mientras Ririka prefiriera mantener en secreto su relación. La joven embarazada, inundada de vergüenza, le pidió a Mary que no la mirara mientras se cambiaba. Ella, fiel a sus peticiones, se desvistió mirando la pared sin problemas. Ririka, de vez en cuando le dedicaba unas cortas miradas, analizando ese cuerpo que recordaba tan bien. No había cambiado nada desde aquella vez, seguía igual de fuerte y esbelto.

Nerviosa cerca de ese cuerpo tan bello buscó su ropa, intentando cubrir su vergüenza. Que no la viera, que no la reconociera... Ocultar ese gran secreto. Sin embargo, Mary no se volteó en ningún momento. Esperando pacientemente a su princesa observó cada imperfección de la madera expuesta del muro, siguiendo los irregulares patrones, buscando alguna entretención.

Ririka se demoró realmente poco. Debido a su nerviosismo se vistió como si estuviese contra el reloj. Casi en tiempo record la joven ya estaba lista. No podía soportar estar desnuda cerca de Mary, durante todos esos rápidos movimientos sus orejas brillaban en un rojo intenso, intentando cubrir cada pedacito de su piel.

- Necesito mis otras armas... -Comentó la samurái recordando que parte de su armamento estaba aun en su habitación.

Ninguna de las dos había pensado en las consecuencias de quedarse a dormir juntas. Sabían que los guardias del palacio patrullaban todos los pasillos. No podían verlas salir juntas de la habitación, los rumores correrían tan rápido que llegarían a oídos de todos en el palacio antes que Ririka alcanzara a sentarse en su oficina.

Por ello la albina salió primero. Despojándose de su timidez, distrajo a un guardia que estaba merodeando ese pasillo para conversar un poco, logrando de esta forma, que Mary fuese a su habitación a retirar sus armas y terminar de arreglarse.

El hombre le comentó brevemente el estado de su familia, su propio bienestar y recibió los repentinos agradecimientos de la joven madre, Ririka le había preguntado cosas algo más personales para conocerlo, entender a los guerreros del palacio, no era la manera en la que quería aprender de ellos, pero no iba a desaprovechar la oportunidad. Le agradeció por su arduo trabajo defendiendo a su familia, ellos eran hombres y mujeres fuertes, valientes, extremadamente hábiles en combate, resistencia y agilidad, personas de la élite guerrera, dignas de admirar por toda la nación. Sabía que eran reconocidos, pero también era conocedora de que nadie de aquellos a quienes protegían les agradecían por su trabajo, solo lo hacían sus superiores. Ririka quería demostrarles su completa gratitud por la perseverancia y resistencia que demostraban. Sabía que detrás de toda esa armadura y hierro había cuerpos suaves que necesitaban afecto. Esto lo aprendió gracias a Mary. Ella era una mujer realmente dura en público, siempre alerta, algo seria y cascarrabias, pero cuando estaban a solas se volvía una chica sensible, mostraba un lado vulnerable, queriendo calor, cercanía y comprensión. Nadie en el mundo está libre del amor.

Tras varios minutos de una grata conversación, Mary se acercó lista para defender a su princesa, simulando que era la primera vez en el día que la veía. El guerrero se despidió de Ririka con una sonrisa genuina, en ningún momento sospechó nada. Estaba demasiado impresionado por la actitud tan amable y preocupada de la princesa. Efectivamente, era la primera vez que alguien le agradecía así por sus servicios.

Te amo, a pesar de todo | OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora