El festival de primavera.
Un evento importante de su cultura y que debía organizar cada año. Sin mencionar que, personalmente, para Ririka este magno evento representaba un aniversario de su primer encuentro con el amor de su vida. Esa primera persona que demostró verla más allá de una figura misteriosa, oculta tras una máscara.
Ririka se preocupaba de cada detalle para asegurar una fiesta a la altura de su pueblo. Flores, juegos, cantos, bailes. Todo su imperio brillando con el renacer de la primavera, la importante ceremonia de agradecimiento a la naturaleza. Al suelo bajo sus pies, a los animales, las plantas, el sol.
La tarea se volvía algo complicada por el revoloteo constante de sus hijos en la oficina. Sus gemelos Yuu y Ruu eran unas máquinas sin frenos. Dos hermanos que se entendían solo con un gesto o mirada, dos gotas de agua que juntos se transformaban en un remolino. Yuu había desarrollado el habla muy pronto, con sus cinco años de edad no paraba de transmitir sucesos de su alrededor o buscar explicaciones para lo que sea que viesen esos ojos color miel. Ruu era mucho más callado, su entretención se basaba en la actividad física sin descanso, le fascinaba escalar. Se subía a los estantes de la biblioteca y dejaba caer los libros que más le llamaban la atención a su hermana gemela, quien recibía los escritos desde la seguridad del suelo.
Ambos eran bastante evidentes en sus travesuras por dos motivos principales, el primero era que Yuu, con su habla constante, llamaba la atención de todos a su alrededor y el segundo era que Ruu se volvía visible para cualquier persona estando a más de dos metros de altura.
Las sirvientas del palacio estaban cansadas de estos dos pequeños. Todos los días era un caos de gritos, ruidos de madera, escaleras humanas para alcanzar a Ruu y dolores de cabeza con tantas palabras emitidas por Yuu. Era imposible lidiar con ellos, por lo que Ririka refirió optar por lo sano y hacerse cargo ella sola de sus hijos.
Durante las dos horas que estuvieron los tres en la oficina, mínimo cuatro veces Ruu escaló los estantes tras su escritorio o bien se quedaba suspendido del marco de la ventana, a una altura de más de diez metros. Yuu, mientras tanto, le explicaba a viva voz los riesgos que corría haciendo esa clase de cosas, describía accidentes graves sin inmutarse mientras mencionaba los huesos rotos, la sangre o la perdida de un globo ocular. Ririka tenía que interrumpir su trabajo cada vez que escuchaba a su hija describir esos escenarios catastróficos para buscar con la mirada a Ruu y, con el corazón en la garganta, alcanzarlo como podía para devolverlo a tierra.
Ser madre era un trabajo agotador. Tener a estos dos pequeños sin algun mecanismo de detención era bastante difícil si se considera que ella era la emperadora de un pueblo en constante crecimiento.
Japón se había transformado en una potencia importante a nivel mundial y Ririka estaba a la cabeza con la protección de Mary y el asesoramiento de Kirari y Sayaka.
En cuanto a Mako las cosas eran mucho más tranquilas. Su hija, con ya ocho años, se había vuelto una niña respetada ante todos gracias a su fuerte sentido de la justicia y demostrar una educación digna de su real ascendencia. La pequeña Mako nunca se despegaba de Mary, la seguía a todos lados portando su preciada espada de madera que ahora, con lo mucho que había crecido, le quedaba un poco pequeña.
Mary le había regalado muchas otras espadas de madera nuevas y a su medida, pero Mako las recibía para guardarlas, con un aprecio digno de un tesoro invaluable, en su baúl y salía nuevamente con su primera espada. No había mucho que hacer.
Ambas rondaban el palacio y la ciudad saludando a cada persona que les sonreía y cada vez que divisaban a Yuu y Ruu en sus travesuras les gritaban como poseídas por una entidad demoniaca. Una forma muy especial de demostrar preocupación, sin duda.
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Te amo, a pesar de todo | Omegaverse
RomanceRirika y Kirari son dos hermanas gemelas y dueñas de Japón. Ambas se ven envueltas en una situación que las llevará a tomar una decisión que cambiará por completo sus vidas. Tener un heredero. Para ello deberán engañar y manipular a otros, para que...