Rito de Paso

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- ¡Fantástico! ¡Verdaderamente fantástico! -Gritó aplaudiendo, comenzando a reír. Kirari la miraba en silencio, seria, sin ganas de acompañar su algarabía- Así que Mary Saotome ha comenzado oficialmente un noviazgo con Ririka. ¡Esto no puede estar saliendo mejor!

La reina golpeó la mesa soltando una fuerte carcajada, una risa seca y envejecida. Kirari cerró los ojos. ¿Cómo su abuela podía festejar algo así?

Sabía sus intenciones... Macabro... Doloroso.

Antes esto no le habría importado en lo absoluto, pero ahora...

Lamentablemente ya no podía hacer nada. No podía detener esa bola enorme de nieve que venía encima de toda su familia, su linaje, su sangre. Su propia consciencia.

Abrió los parpados mirando ahora por la ventana. Vio pasar dos aves idénticas, volando con libertad, sin ninguna atadura. Completamente libres. Cómo deseaba estar así con Ririka. Vivir una vida lejos de lo que existe ahora para ellas y lo que se venía a futuro. Poder desplegar sus alas e irse lejos de esta realidad. Esta oscura tumba que se les fue asignadas desde el minuto en que nacieron.

El clan Momobami.

Una maldición con la que cargarían toda su vida, con la que ella cargaría como reina.

¿Y todo por qué?

¿Para qué?

- ¡Kirari! Mi adorada nieta... -La anciana había caminado desde su lugar hasta quedar junto a ella y darle unas cortas palmaditas en la espalda- Siempre consideré que tú eras la correcta... Tú eras quien debía tomar el trono...

Kirari aguantó la respiración cuando le presionó el hombro para que se agachara. Inclinándose a su altura sintió como le susurraba al oído esas palabras que detestaba escuchar. Cerró los ojos soportando cada letra, cada silaba hasta que la anciana se alejó volviendo su andar hasta la ventana que anteriormente miraba su nieta permaneciendo ahí, sonrientemente.

- Así debía ser... Cada logro requiere sacrificios ¿No es así?

Apretó la mandíbula, se tragó el disgusto y la rabia para volver a sonreír justo como le había enseñado su abuela; destilando soberbia y seguridad.

- Por supuesto.

La anciana le enseñó su perfil oscurecido por el contraste de la viva luz del día. Sonriente, al igual que ella. Ojos azules destellantes, mirada penetrante, cabello platinado resplandeciente.

¿Así se vería ella en el futuro?

Claro, si es que tenía uno realmente...

Su abuela le permitió retirarse. Parecía que todo iba perfectamente como lo tenía previsto. Sin inconvenientes ni atrasos. Caminó por los pasillo y bajó las escaleras hasta quedar frente a su antigua habitación. Yumeko no estaba afuera, eso significaba que debía estar con Sayaka. Se quedó quieta agudizando su oído, buscando alguna señal de ruido. En el interior de aquella habitación se escuchó una risita de un bebé estimulada por algún juego o cosquilla.

Adorable.

Sonrió con honestidad, sintiendo cómo su corazón volvía a palpitar con vida, con tranquilidad y alegría. Sentimientos reales, felices.

Tocó la puerta suavemente notando cómo alguien se movía a abrirle mientras la risa de su hija seguía resonando de fondo. Yumeko le abrió sonriente, haciendo una reverencia. Pronto salió dándole privacidad. Kirari avanzó un paso enseñando su figura dentro de la habitación. En ese minuto la risa se detuvo. Extrañada por el silencio buscó a su hija y a Sayaka. Pestaño un par de veces al encontrarlas.

Te amo, a pesar de todo | OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora