Perdidamente enamorada

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- Doce días... Una semana y cinco días... -Murmuró para sí misma, tamborileando con la pluma sin tinta sobre sus notas, con la mirada fija en el paisaje de su ventana. Desde ahí se podían ver los techos de las casas rodeadas de frondosos árboles de copas rosadas y amarillas, algunos gatos durmiendo plácidamente en las tablas y en el fondo el imponente y elegante palacio.

Ahí debían estar ellas. Doce días... Doce aburridos días en los que no había visto ni a su hija ni a Sayaka, solo sabía de ellas gracias a las noticias que le entregaban las sirvientas o los informes de los samurái. Para protegerla, tuvo que abandonar su hogar e irse a vivir durante el mes a una de las casas reales de su familia, algo alejada de la ciudad y el palacio. Sayaka y Yori estaban siendo resguardarlas por un ejército de omegas y betas. Ningún alfa era permitido dentro del palacio.

Kirari pasaba todo el día pegada a su ventana, mirando el palacio, pensando en su hija, pensando en Sayaka. Se moría de ganas por verlas, escucharlas, sentirlas. Deseaba con todas sus fuerzas estar ahí, protegerlas, ayudarlas... Ayudarla a ella...

Intentaba como podía apartar de su mente esas repentinas y eróticas imágenes. Sayaka había comenzado su celo hace ya una semana, fue informada de inmediato por las sirvientas... Desde ese día la asechaba un sentimiento burbujeante, un calor que subía desde su bajo vientre hasta su nuca haciendo erizar sus vellos. Fugaces y sensuales recuerdos volvían a su memoria.

Miró su closet, se quedó ahí largamente. Allí estaba contenido algo que le ayudaba a satisfacerse, a sentirse feliz y protegida. Comenzó a golpear con la pluma más rápido, dejando una notoria marca en los papeles, evidencia de su deseo. Pestañeó y se levantó decidida, caminó hacia el armario deslizando lentamente la puerta, asomándose tímida a mirar aquella prenda que había sido testigo de su descontrol y necesidad... Se quedó nuevamente quieta, apoyada en la puerta, observándola.

Se sentía algo culpable, sabía que esa tela había sido tomada sin permiso... La había... "Tomado prestada" Pero ahora dudaba si devolverla o no. Recordaba su mentira, ese día en que Sayaka, extrañada por no encontrar su chal, le preguntó si lo había visto y por supuesto que sí. Ella misma se lo había entregado tiempo atrás por precaución, para calmar a Yori si las cosas se ponían difíciles. Kirari había dicho que no sabía dónde podía estar, pero era mentira. Ella la había escondido entre sus ropas y se la llevó a su cuarto atesorándola con su vida, guardándola apartada de su ropa para no perder su aroma, durmiendo con ella puesta sintiéndose abraza, querida...

Podía comprarle un chaleco nuevo, de mejor calidad, más hermoso, más fino... Sí, quizás darle uno nuevo sería una buena solución... Pero devolverla... No sabía si podría y menos ahora.

Se acarició los dedos ansiosa y finalmente la tomó. Mirandola, acariciándola con los dedos apretados. Hundió el rostro en ella embriagándose de su perfume, recordando todas esas noches que durmió a su lado.

- Sayaka...

Su deseo se volvía descontrolado. No sabía por qué su cuerpo estaba reaccionando así si no la tenía cerca, no podía sentir su aroma llamándola, entonces... ¿Por qué?

¿Por qué la excitación se hacía cada vez más difícil de apaciguar?

¿Por qué soñaba con ella rogándole que corriera al palacio? ¿Por qué la imaginaba pidiéndole ayuda a controlar su celo?

Quería estar ahí.

Que llegase la noticia de que Sayaka la buscaba a ella, que la necesitaba a ella y a nadie más.

¿Estaba siendo egoísta?

Esa idea la hizo volver a la realidad. No podía estar deseando algo así, en lo que debía estar pensando era en protegerla, en esperar a que ella pudiese solucionar este problema sola. Sayaka era muy fuerte, sin duda. Cualquier omega habría sucumbido al primer día, pero ella no. Ya llevaba una semana, quizás pronto su ciclo terminaría y no debería preocuparse por nada.

Te amo, a pesar de todo | OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora