Seguir adelante

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Tres años ya habían transcurrido.

Tres años desde que había dejado Japón. Desde que había cambiado su vida por la de Mako Momobami...

Su sobrina había vuelto a los brazos de su madre.

El intercambio no fue fácil. Al llegar a Inglaterra temían que algo hubiese pasado con Mako. No tenían la certeza de que ella estuviese bien, pero la esperanza nunca estaba de más. Gracias a Yumotsuki la pequeña princesa había disfrutado de un feliz mes en el lejano reino, de hecho, logró sobrevivir gracias a ella.

Si no hubiese sido por los cuidados y atenciones de Yumotsuki en ese largo viaje a través del mar, Mako habría muerto de hipotermia. Runa se preocupó de llegar con la niña sana y salva. No podía negar que se había encariñado con la pequeña durante ese tiempo así que la visitaba con frecuencia en el palacio y lamentó la partida de la niña a Japón.

La misión de Mako en Inglaterra era diferente a la que se creía. La bebé había sido recibida por los reyes no para transformarse en una pieza más de la colección de criados del palacio, sino para ser una hija.

Porque sí. Los reyes no podían tener hijos.

No era por infertilidad ni incapacidad, sino por incompatibilidad.

Los reyes, a pesar del amor que sentían el uno por el otro, eran incapaces de concebir un hijo. Era algo más allá del amor o la felicidad, era una dificultad biológica. Una limitación fuera del alcance de todos.

Es por esto por lo que aceptaron el pago de la reina con un bebé... Para tener un hijo. Quizás no sería de sangre pura, ni tendría algún gen de ambos, pero sería criado por ellos como su propio bebé. Deseaban una descendencia con todas sus fuerzas y podrían tenerla a través de Mako.

Así que no lo pusieron fácil cuando Ririka y Kirari llegaron a quitarles a su hijo. El rey, como hombre adinerado y terco, se negó a entregar a la niña.

Ririka intentó negocial, pero el rey la miraba desde lo alto con el rostro endurecido, sin espacio para la compasión. No dijo ni una palabra hasta que cierta mujer se hizo presente en la sala.

- Aceptaremos el trato, mi rey...

La reina, quien había escuchado toda la conversación, se acercó con Mako en sus brazos dispuesta a entregarla a Ririka.

La albina sintió que iba a explotar de emoción cuando vio a su hija una vez más, sana y salva, con esos ojos brillantes y hermosos, gritando de alegría al ver a su madre otra vez.

De lo que no se percataron Ririka y el rey en ese reencuentro tan emotivo fue la mirada de la reina...

Era bien sabido en el castillo que la esposa del rey tenía amantes en cada cargo, se había acostado con todos y todas las que quería e incluso había quedado embarazada, pero, como el rey no estaba enterado de ninguna de estas relaciones, ella los abortaba sin miramientos y escrúpulos.

No quería tener un hijo de alguien indigno para ella y su esposo, alguien que no estuviese a su altura... Pero al ver a Kirari todo su mundo se detuvo.

Perdió el aliento al ver a la joven de cabellos blancos y ojos azules, tan esbelta, tan elegante, tan hermosa...

La quería para ella y supo en ese instante que el hijo que tanto anhelaban sería engendrado gracias a Kirari.

La albina por su parte, al notar esa mirada tan intensa y lujuriosa de parte de la reina, sufrió de un escalofrío que le hizo erizar cada vello de su cuerpo y las ganas de vomitar se hicieron presentes de inmediato, como si en ese preciso momento hubiese sabido la pesadilla que se le vendría encima...

Te amo, a pesar de todo | OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora