Inconsciencia

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A sus 9 años la asignaron como la sirvienta personal de Kirari Momobami, la futura reina de Japón. Debía hacerlo bien, sus padres estaban orgullosos, ellos la consideraban una niña prodigio. Era perfecta para ser la sirvienta de la heredera al trono. Desde muy pequeña demostró tener un intelecto por sobre la media, los problemas para ella eran fáciles de resolver, no existía nada ni nadie que fuera indescifrable.

Hasta que conoció a Kirari.

En un principio solo se limitó a asistirla organizando sus horarios, lavar su ropa, su cuarto o ayudarla a vestirse. Todo lo que una sirvienta personal debía hacer. Pronto esta princesa comenzó a invitarla a comer con ella, a pasar más tiempo del que debían. A Sayaka no le molestaba, le daba igual.

Pero sin darse cuenta comenzó a tener un creciente interés por la joven, todo comenzó cuando la vio apostar contra el comerciante Rin Obami, un miembro de la familia Bami. Lo destruyó sin miramientos. El chico perdió todo en un abrir y cerrar de ojos. Sayaka estaba impresionada, creía que la princesa aumentaría su riqueza con todo el oro que había ganado. Era lo más lógico.

Sin embargo, Kirari le devolvió el dinero a Rin, no estaba interesada en el. El chico se sintió tan humillado que nunca más volvió a apostar contra ella. Sayaka no lograba comprender por qué había hecho eso. La familia Obami siempre quiso destruir a los Momobami, arrebatarles todo. Era lógico que la princesa aprovechara la oportunidad y lo dejara en la ruina. Pero no lo hizo.

Le preguntó el por qué.

"Fue por diversión, nada más"

Estaba desconcertada, no entendía su razón.

Y así comenzó un sinfín de acciones sin sentido ante los ojos de Sayaka, no podía comprender a su princesa. La admiraba, pensaba que era su opuesto perfecto, quería saber más de ella. Más temprano que tarde esa creciente curiosidad se transformó en amor, disfrutaba de cada segundo a su lado, amaba su forma de moverse, de hablar, de responder, de negociar... La adoraba, sin darse cuenta cayó a sus pies seducida por su ingenio incomprensible, quería verla todos los días, apoyarla en todo lo que necesitara, darle todo lo que quisiera, hacerla feliz.

Nunca le mencionó ni una palabra de lo que sentía, sabia que sería rechazada. Ella, una sirvienta común y corriente, nunca contaría como su pretendiente. Sin embargo, algo dentro de si misma la llevaba a hacer todo lo que podía para serlo.

Quería ser su número uno.

A sus trece años de edad le llegó la pubertad de la peor manera posible. Estaba en la habitación de su princesa recogiendo su ropa sucia, estas desprendían un olor delicioso del que no se había percatado antes. Sin poder contenerse llevó aquella bata de seda que usaba para dormir a su nariz. Inhaló su aroma profundamente. Un calor burbujeante le subió desde el vientre hasta la cabeza, el corazón le palpitó con rapidez, su mente se llenó de imágenes de su ama vestida con aquella bata recostada en la cama invitándola a su lado o acorralándola contra la pared devorando sus labios mientras la tocaba, haciendo temblar sus piernas. Se sentía aturdida, como si un montón de manos y labios de su amada princesa la acariciaran simultáneamente, ahogándola en el placer.

Tomó todas las prendas de la canasta restregándolas contra su cuerpo, oliéndolas, sintiéndose envuelta por ella. "Su" princesa. Cerró los ojos imaginándola sobre su cuerpo dedicándole palabras llenas de amor, desnudándola, posicionándose entre sus piernas para hacerla suya.

Estaba fuera de control, comenzó a tocarse, a mover rápidamente sus dedos dentro suyo, afirmaba entre los muslos uno de sus kimonos. Deseaba con todas sus fuerzas que le correspondiera, que la quisiera tanto como ella, que la consumiera en un fogoso abrazo hasta volverla cenizas.

Te amo, a pesar de todo | OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora