No podía concentrarse en su trabajo, su mente nadaba en recuerdos y emociones completamente cohibida frente a esa hermosa mujer.
Ririka había perdido toda la confianza que tenia con Mary. Luego de aquel incidente junto al árbol de cerezos, tanto la rubia como ella había comenzado a distanciarse. No porque les hubiese disgustado lo que pasó, sino porque no sabían muy bien como continuar con su relación desde ahí. Ambas se estaban dando cuenta de que la otra sentía algo, pero se les hacía difícil afrontar esta situación.
No creían que estuviera pasando realmente, era algo complejo. Sobre todo, con las bromas e indirectas de Kirari.
Mary siempre terminaba helada luego de que la futura reina le echase en cara algunas conductas o acciones que cometía solo para proteger a Ririka con una evidente intención romántica. La rubia quedaba en shock ya que creía fervientemente de que nadie se daba cuenta de esos detalles, pero Kirari tenía un ojo muy analítico. Claro que no lo decía a viva voz, para que su hermana no se sintiera avergonzada, se inclinaba a murmurárselas al oído provocando que esta enrojeciera de golpe.
La hacía sentir incomoda, tampoco era posible evitarla debido a que las gemelas ahora dormían juntas. No sabía el por qué, pero no le correspondía preguntar sobre ello. Solo le quedaba intentar ignorarla y buscar una manera de confesarse a la albina de una forma sutil y romántica, algo que le gustara.
Quizás... ¿Hacerlo bajo el árbol de cerezos? Puede que sea una buena idea... No tenía cómo sorprenderla obsequiándole flores o algún distintivo, pasaba todo el día con ella y no podía dejarla sola. Ahora solo tenía sus palabras, debía escoger el lugar y el momento indicado...
- ¿Mary-san...?
La dulce voz de la princesa la sacó de sus pensamientos.
- ¿Si? -Se giró sobre sus talones en el marco de la puerta para mirarla de frente, Ririka traía una yukata de tonalidades azules muy formal y su cabello estaba sujeto con un elegante, pero simple adorno. Se veía hermosa allí sentada en su escritorio. El cabello tomado le quedaba muy bien, podía ver claramente su pálido cuello y sus ojos azules resaltando aún más bajo el flequillo.
- ¿Podrías acompañarme a dejar estas cartas en la sala de correos? -Se levantó cargando unos cuantos paquetes y cartas aun sin sellar.
- No sé por qué sigue preguntándome eso, princesa -Se acercó a extenderle su mano caballerosamente- Usted sabe que la acompañaré a donde vaya.
Ririka se sonrojó por aquellas palabras, pronto reaccionó tomando la mano de Mary dejando caer torpemente algunas cartas. Estas se abrieron regando en el suelo un montón de billetes.
La rubia se agachó a recoger el dinero y los sobres sin tomarle mucha importancia hasta que, por inercia, leyó los destinatarios. No lo hizo a propósito, fue algo automático, estos estaban escritos en el centro de los sobres. Quedó estática con las cartas en la mano.
Estas iban dirigidas a hogares de niños, a colegios y a algunas direcciones de casas ubicadas en la periferia de la ciudad, conocía ese sector. Ahí vivía gente realmente pobre. Mary alzó la vista sorprendida buscando alguna explicación en la albina.
Esta cubrió su rostro avergonzada y cerró el shoji, no quería que alguien se enterara de esto.
- Por favor... No se lo digas a nadie...
- Usted...
- ¡Por favor! Si se enteran confiscaran mi dinero y no podre... Y-yo... -La albina observó como la rubia se erguía totalmente muda, con rapidez se inclinó en una reverencia- Te lo ruego...
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Te amo, a pesar de todo | Omegaverse
RomanceRirika y Kirari son dos hermanas gemelas y dueñas de Japón. Ambas se ven envueltas en una situación que las llevará a tomar una decisión que cambiará por completo sus vidas. Tener un heredero. Para ello deberán engañar y manipular a otros, para que...