Sola.
La calle, al igual que yo, estaba completamente sola. No había ni un alma.
Mia seguía llorando por lo que yo me detuve en la parada de bus para prepararle un biberón. Me senté en esta y una punzada en mi trasero me hizo gemir de dolor, pero solo decidí ignorarlo debido al llanto de Mia. Eran aproximadamente las once - once y media de la noche, obviamente ya no pasarían buses a esta hora.
—Tranquila, Mia, todo estará bien —dije más para mí que para ella.
En unos cuantos minutos, Mia yacía en mis brazos tomando su biberón.
—Duérmete, pequeña —pedí mientras la mecía.
Ella se terminó su biberón en unos minutos y, para mi suerte, se quedó dormida. Me levanté con cuidado y seguí caminando rumbo a mi casa. Irme caminando era la única opción.
La calle estaba oscura, me sentía observada a pesar de que no hubiera nadie. De repente, las palabras de ese señor llegaron a mi mente:
"—Tu hermana. Su clítoris es muy pequeño, pero es igual de placentero tocarlo como el tuyo."
Una lágrima salió de mi ojo sin mi permiso. Lo que siempre traté de evitar, le pasó. Siempre traté de protegerla, de que ese hombre nunca le pusiera un dedo encima, pero no pude, no la cuidé. Más lágrimas comenzaron a caer de mis ojos, no las podía retener, me sentía culpable. Miré a la bebé aún dormida en mis brazos.
—Lo lamento, Mia. Perdóname, no tenías que pasar por eso.
Cerré los ojos fuertemente por unos segundos, cuando los abrí, suspiré y me sequé las mejillas, las cuales estaban empapadas por mis lágrimas. Seguía caminando cuando de la nada, dos luces me encandilaron, por lo que tuve que entrecerrar los ojos.
Un auto. Su auto. Se detuvo al lado de mí y yo suspiré aliviada.
—¿Te llevo, linda? —fingió voz de hombre.
—Cynthia —suspiré con la voz entrecortada tratando de no llorar.
—Sube —ordenó con cara de preocupación. Le hice caso y al sentarme otra punzada en mi trasero me hizo sobresaltar.
Ese idiota me había desgarrado.
Me senté con el mayor cuidado del mundo. Cynthia tenía intenciones de preguntar pero le hice una seña con las manos para que no dijera nada.
—¿Qué haces a estas horas sola en la calle con Mia? —comenzó a conducir.
—Ay, Cynthia, no sabes las cosas que pasaron —dije para comenzar a llorar de nuevo.
—Hey, tranquila, ya está bien, estás conmigo. ¿Qué pasó? —preguntó al tiempo que me daba miradas rápidas ya que estaba concentrada en el camino, mientras que me acariciaba el hombro con su mano.
—Hugo —solté sin más.
—¿Qué hizo ese cerdo? —habló, molesta.
—Él... tocó a Mia —me largué a llorar.
—¡¿Qué?! Por Dios —mi amiga golpeó el volante y chasqueó la lengua —¡Mierda! Ese maldito imbécil no tiene límites. ¡Es una bebé! Y es su propia hija —dijo con mucho enojo —. Ah —suspiró para tratar de calmarse —, lo lamento, amiga —me acarició la pierna.
—Yo también. Lamento mucho haber sido una pésima hermana y no haberla cuidado.
—No, no te eches la culpa, ¿si? La culpa la tiene él, es un cerdo depravado que está enfermo, no tienes la culpa.
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Keyframe
Teen FictionEl día que Calem; un ladrón principiante, y Amanda; una chica con muchos problemas, se cruzaron en un fallido intento de robo, se podría decir que todo... se fue un poco a la mierda. La vida de ambos ya era caótica, pero se mezclaron para empeorarla...