"Final alternativo"

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Un año después

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Un año después.

Paz.

Ese era el sentimiento que invadía mi cuerpo, y se sentía tan bien. Tenía mis ojos entrecerrados por los rayos de sol que se mezclaban entre las ramas del gran árbol del patio de casa. Mi cabeza, reposada en su estómago, se movía suavemente de arriba a abajo por la respiración de Calem, quien sostenía un libro en una de sus manos, mientras que con la otra me daba caricias en el cabello. Su espalda descansaba en el tronco del árbol, y a su vez, la brisa movía su cabello negro y sus ojos grises leían con atención las palabras plasmadas en las páginas.

Me sentía con tanta tranquilidad, que me aturdió por completo el sonido del despertador. Abrí los ojos con pesar, y estiré mi brazo para apagar aquel irritante ruido. Me di vuelta, aún con una pequeña llama de esperanza dentro de mí, pero, como siempre, no había nada. El otro lado de la cama seguía vacío.

Había sido un sueño más.

A pesar de que ya había pasado casi un año, once meses para ser exactos, aún soñaba con él, aún tenía la esperanza de que cuando abriera los ojos por la mañana, él estaría ahí para darme los buenos días.

Lo extrañaba tanto.

Con cero ganas, me levanté para hacer mi rutina de cada día. Bañarme, cambiarme, despertar a Mia, hacer el desayuno, llevarla a la guardería e irme al trabajo.

Todos los días eran iguales.

Sin embargo, disfrutaba mi trabajo, era en una empresa bastante prestigiosa aquí en Bilbao, y hace poco tuve un ascenso, así que estaba emocionada por esa parte.

Si, me mudé con Mia a España, no había sido nada fácil el irme de mi país sola con una bebé y el corazón roto, pero supe aprender a sobrellevarlo.

Una llamada me sacó de mis pensamientos, y me di cuenta de que no había hecho casi nada en el medio día que llevaba en la oficina.

Hola, linda —me saludó Cynthia —. ¿Cómo están?

Bien. ¿Qué tal tú? —pregunté.

Muy bien —respondió. Se creó el silencio entre nosotras hasta que ella lo rompió —. ¿Segura que estás bien? No suenas como tal.

Si, estoy bien, solo que... —tomé una bocanada de aire —... soñé con Calem de nuevo —conté.

Oh, nena —suspiró con pesadez —. Lo siento. Pero, tal vez lo que te voy a decir te anime un poco.

¿Qué cosa?

Sabes que la próxima semana es mi cumpleaños, y decidí celebrar en Nueva York, ya que mamá quiere que esté allá y yo sinceramente también quiero pasar algunos días con ella. Así que, ¿qué dices? ¿Quieres ir a mi cumpleaños? —aunque no la estaba viendo, sabía que había una sonrisa en su rostro.

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