24 - Maldita sea, deja de guardarte las cosas.

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Comencé a llorar, estaba harta de todo esto, de tener que pasar por esto. Quería dejar de ser acosada por dos locos, vivir con normalidad, que mi familia deje de ocultar tantos secretos que al final terminan dañándome. 

Recordé pequeñas partes del sueño que tuve hoy.

— ¡Ryoba, aléjate de mí! —gritó mi padre con desesperación, su rostro se encontraba totalmente manchado de sangre al igual que el de mi madre.

— No me pidas eso, cariño. Yo te amo mucho y vamos a tener nuestro feliz por siempre —sonrió cínica. 

~~

— Es un niño, felicidades —dijo el obstetra sonriente. La mirada de la pelinegra se escureció, contuvo su furia y dejó que la sesión terminara.

Al llegar a casa junto a su mirada, se dirigió a la cocina, tomó un cuchillo y miró su vientre. 

— E-es un error, tu no deberías de ser un niño —susurró repetidas veces

— ¿Qué crees que haces, Ryoba?  —mi padre se abalanzó hacia ella.

~~

—  Nos volvemos a ver, Aishi  —dijo Mr. Saiko al reconocerla, solo que con sorpresa al ver su vientre abultado y con un niño a la mano.

— Ara ara~, no te veía desde aquel día —sonrió fingida y lo analizó de pies a cabeza. 

— ¿Quién es él? —preguntó el menor con curiosidad.

— ¿Recuerdas al señor del que te habló mami? Pues es él, cariño.

— Vámonos —jaló del brazo a mamá.

~~

No sabía si lo que soñé era verdad, tampoco podría preguntarles porque me ignorarían o cambiarían de tema. Es frustrante. 

Intenté mantenerme positiva.

Falsa querrás decir.

No sé de que hablas.

Oh, claro que lo sabes, cariño. Todos te creyeron tu farsa, así como hace unos años se lo creyeron a tu madre.

¿Farsa? ¿Qué pasó hace años?

Supongo que si existe una pequeña parte de Ryoba en ti, sorprendente.

¡No! No me parezco a mi madre.

Agarré con dolor mi cabeza ante las fuertes punzadas que me atacaban. Nuevos borrosos llegaron a mi mente, traté de aclararlos pero esto solo hacía que me dolieran más, me agarré de la baranda y miré a mi al rededor buscando a alguien que pudiese ayudarme.

A lo lejos vi un delantal verde menta muy familiar. Arrastré mis pies hasta aquella persona antes de desplomarme y caer al piso.

***

Narra Amao.

Grité el nombre del enfermero, mientras bajaba las escaleras con Ayano en mis brazos. Tenía mucha fiebre y comenzaba a sudar, ¿Cómo se le ocurre venir si esta en enferma? 

Al llegar a la enfermería, vi al peli-rosa llenando unas hojas solo que dejó de hacerlo al ver a Ayano respirando con fuerza.

La dejé sobre la camilla y vi como comenzó a examinarla.

¡ELLA ES MÍA! [Ayano x Harem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora